Por Juan Carlos Carroña.
Capítulo I : Tempero.
Capítulo I : Tempero.
¿Qué pasaría en caso de que el mundo se desintegre? Como mierda voy a saberlo…
Y es aquí cuando nuestro cerebro abre el desagüe en medio de la oscuridad para vaciar esta piscina incontinente de dudas. Es una lástima que solo recordemos los recortes que pudimos tironear a la realidad de un sueño.
Lo poco que logró conquistar la memoria tiene que ver con una experiencia mas emocional que táctil, mas poguera que talentosa... o algo asi...
“La física había cambiado y el físico también, todo cambia de forma de una manera cíclica, la marea sube, el mar se cansa de jugar al subi-baja, y expectantes en la inmensidad nos damos cuenta que el ciclo se rompió, se fué todo a la mierda, el viento se licuó en una sopa tóxica para los pulmones peludos que heredamos de manipulación genética, el mar se desgarra de a pedazos como una mandarina tibia entre los pulgares y nos salpicamos con un jugo naranja gusto a cuelgue que nos erociona la cabeza hasta que pegamos media vuelta y volvemos a casa mirando la alfombra de obligaciones que nos va marcando el camino”.
En este trayecto somnoliente hacia el techo del cuarto, nos ahogamos en un reinado donde la gravedad dejó de hacer fuerza y se convirtió en una especie de faja veraniega de las cuarentonas, donde la transpiración es el billete y los granos la moneda, el fuego un juego de azar y quemados como vos tienen copyright… Todo esto nos sucede, pero aplicado sobre la piel de un personaje sin forma ni cara, una bolsa de sensaciones que te ayuda a alejarte de ti mismo… Lo voy a llamar Jorgito... o mejor no, vamos a hablar de él pero sin nombrarlo, cómo puede tener nombre un tipo que no tiene cara?.
Es un estado emocional complicado el que atravesás com este muchacho, dicen que los chinos inventaron un sabor mas que no encaja ni en lo dulce ni salado ni amargo ni ácido y le llamaron umami. ”Jorgito se sentía como oliendose un pedo gusto a umami, solo y en medio del baño, revolviendo y revolviendo el pasado sin llegar nunca al grumo del entendimiento que acaba de detonar en una flatulencia absurda… imaginelo!, ya no podía distinguir los colores entre rugosos o estirados, entre sucios o anidados, se sentía verdaderamente mal esa noche, como sumergido en la viscosidad de ese mundo de mierda... umami es el sabor de sus molestias, sus angustias y el sabor del sol, ese símbolo del pasado insípido como un recuerdo borroso en la mañana.”
“El sol, que primero dejó de asomarse a este predio maravilloso por entre las viseras de tus sueños, luego se apagó y lo convirtieron en leyenda para mas luego de varias generaciones pasar a ser una palabra sin sentido en el alfabeto, una simple combinación de caracteres que acabó con “El Sol” mejor que cualquier academia por mas real o española que fuera.”
El día, en cambio, en esta colonia de almohadas humectadas fué diseñado a imagen y semejanza de Dios, las personas que viven aquí alaban ese momento de luminosidad… “Alguna estrella fugas rara ves les regala un día para salir a jugar como un niño feliz, para ver el mundo como vos, romper las barreras polarizadas del párpado y apreciar los dientes entremezclados en las sonrisas…” Pero claro, eso dura lo que un pedo en una caramelera... imaginarte el gusto a umami no es muy difícil después de comer uno de estos dulces…
Jorgito ya no tenía esperanzas en los rayos ni relámpagos, hace años que son destellos ultravioletas que te hacen caer el pelo pulmonar y no te dejan respirar, pero sin embargo están a años luz de iluminar un día.
“Entre tantas sombras, nuestro personaje llega a casa luego de la caminata distraída por la costa y decide sentarse en el sillón para leer un poco de propagandas que tanto le divierten y estimulan su imaginación, y ahí como empotrado en la lectura y comiéndose las piernas como si fueran pochoclos, se acuerda de un comercial que heredó de la tía Marcia recién difunta hace escasas 3 media lunas… Busca la prosa, abre el estuche, saca la cajita y dentro de la bolsa arrugada y vieja fluorescente encuentra el braile llamado “Noche Buena, Comida Fácil”, el título lo impacta como un meteorito de ginebra y con los dedos rojos del cansancio se larga a leer quasi un ciego en baño de micro..., su organismo no logra sintetizar el título... Jorge es la noche y no lo sabe, se alimenta y vive en ella y no debe saberlo, este mundo no se comparte, es egoísta, es cuando el otro no es, es cuando no sos vos, y Jorge que no puede parar de leer deforestando el papel braile con los dedos como trinchetas sobre los relieves punzantes.”
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