No sabemos como llegaste aquí, ni lo que estas buscando, pero esto es con lo que te vas a encontrar

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Sonido Verde

Un texto para leer con los ojos cerrados.


Deposité mi cuerpo en el último asiento libre con el peso de la mochila hacia adelante y la espalda transpirada de horaymedia en la garita. Resbalé amablemente hasta la pseudo posición fetal que ha de apoderarse de mí junto al sueño del solcito bajo de la tarde sobre el rostro.
Lo último que exigí del viaje fue la ventana cerrada, pero los burletes viejos de la línea 13 son mas fuertes que los tres dedos con los que tiré de la manijita. El viento de a poco se fue entremezclando con mis cabellos en una danza psycho trance progressive que se siente muy bien, casi a masajes en el cuero cabelludo, una caricia violenta y el sonido… Sí, ese sonido...
 Como al de las tormentas que de alguna manera te relajan, el viento moviendo los árboles y plantas haciéndose lugar entre las raíces y la tierra para que las primeras gotitas de lluvia puedan entrar hasta el final de su red vegetal. Así... Así se sentían mis folículos pilosos como si todo fuera parte de un cuidadoso y aleatorio plan para que mi carne continúe viva mientras transporta a este ser humano en descomposición como ofrenda en la peregrinación de la existencia, o en un sentido práctico, hasta la parada de la capilla que es donde me tengo que bajar.
Al principio tuve miedo. Dudé de dónde me encontraba. No conozco bien la voz de la ciudad, pero todo fue más fácil cuando subimos al puente. El sonido de alguna manera respetaba el ritmo del río que pasa por debajo, se había disuelto el berrinche del tránsito y el paisaje penetraba en mi piel con un nivel de pureza mayor. Luego ya pude seguir la cinética de las curvas para ubicarme: A la izquierda en la rotonda. Bajar la velocidad por el control de prefectura y el segundo lomo de burro donde descienden la mayoría de los gurises a los gritos y se los llevan a sus casas en las primeras manzanas del barrio.
Al principio se agradece la tranquilidad, hasta que empezás a sentir lo áspero y ordinario del silencio que hacen los adultos, con sus problemas en el futbol, dichos, entredichos, pajereadas de chimentos y el arreglo mal realizado en el auto del hombre que viaja delante mío. Casi una flatulencia comparado con la emoción del niño que inhala curiosidad pura en cada palabra mientras termina de romper ese permeable y colorido papel de regalo de la vida.
 Qué pena compartir estas últimas cuadras con el aire que se respira sucio, viejo y ya respirado por otros cuerpos. El tiempo se sienta a mi lado, me pide la ventana y susurra al oído con olor a bolsa quemada y ladrillo cocinado que debería estar preparándome para bajar, para tocar el timbre o abrir los ojos, quizás, otra vez...

J.C.C.

martes, 9 de octubre de 2018

Escoria de Odess.a.



La Organización de Antiguos Miembros de la SS devenida en un recuerdo inconexo de ancianos con ojos fríos tuvo su último santuario bajo la soleada primavera del 49 en la ciudad portuaria de Odesa, conocida en ese entonces como la Perla del Mar Negro.




Del otro lado del océano y muchos años después de la depresión elíptica del mediterráneo. Natacha Zimmerman esperaba pacientemente todas las tardes la llegada del colibrí a su jardín, disponía muy cerca de las tostadas una latita con agua dulce como símbolo de hermandad. Compartía, de esta manera, su pequeña mesa con el ave. Ella le llamaba "beija-flor rebelde" porque nunca se había dejado acariciar por la anciana. Los años de médica en Brasil habían incorporado muchos términos coloridos a su lengua; fina, bien articulada y atravesada por la robustés del polaco materno.

Esa siesta, como era su costumbre de las últimas dos décadas en su casa de las sierras, antes de acostarse abría las ventanas y se tapaba con frazadas para descansar disfrutando el aroma del Jazmín Amarillo.

Esa misma siesta, un sueño recurrente y poco habitual volvió a tocar sus puertas como lo hacía desde niña alternadamente cada 4 o 5 años, esta vez llegó justo para la víspera de sus 90 años... Eso fue lo primero que pensó al despertar sudada y con poco aire, como si estuviera llevando la cuenta.

 Tantos años de terapia habían disuelto las imágenes de sus compañeras del colegio acostadas boca abajo junto al cordón cuneta en el atracadero del puerto de Odesa, pero había una en particular que su cerebro ocultaba muy delicadamente bajo una codificación que el día a día no conseguía descifrar. Natacha suponía que era así porque no se trataba de un recuerdo gráfico, sino de un sentimiento apretado en un gesto, una mueca. Así fue la expresión en el rostro de Sussan, su vecina, al girar con sus características trensitas y flequillo que siempre le habían causado envidia a Natacha. Su mirada desesperada en lágrimas y las escamas de pescado brillando como perlas en la frente cuando su padre apoyó la punta del zapato para ladearla suavemente desde la pulcritud de la vereda y dio la orden de separarla de la masa de detenidos durante el pogromo.

Esta vez recordó también esa voz de niña aguda, desde el suelo agradeciendo ser su mejor amiga y el regocijo que sintió por el nacimiento de un favor inolvidable para ambas, e impagable para Sussan. Por lo menos eso es lo que recuerda de ella, quien en menos de 24 hs ya estaba desapareciendo camino a Kiev junto a sus padres y hermanos menores.

La vida de Natacha no fue fácil en esa época, como la de tantos humanos durante la segunda guerra mundial. Aunque siempre estuvo del otro lado del escritorio, conservaba algo en común con el resto de los sobrevivientes. Esas ganas innatas de vivir, de no remover las piedras y caminar descalza por la tierra fértil que la abrazó como un segundo vientre en las Américas.

Natacha no se había permitido amar por el designio de procrear. Su vientre se encontraba seco por el viaje en barco y la sal del mar que tantos niños vio arrojados por la borda. En el living entre recuerdos de viajes se distinguían casi 50 diplomas que avalaban su profesión de ginecóloga y partera. Miles de niños y niñas habían conocido sus manos antes que el mundo. Miles y miles más producto de ellos vendrán... Ella los atendía como si se tratase de su propia descendencia, su única oportunidad... para comenzar de nuevo.


J.C.C.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Timbre de Domingo



Las migas se reproducen sobre el mantel. Sobreviven a mis desinteresadas sacudidas.
El sol ya se fue del balcón pero dejó impregnado su calor en los muros. Puedo sentirlo en la espalda, como persiste la cinética del mundo... 

Su movimiento erecta los pocos pelitos que cubren mi piel y apuntalan una especie de atmósfera invisible que me protege.
Puedo olerme, hay tierra, pero es de otro barrio; también humo, de anoche, se concentra en mi cabello junto a la pregunta de por qué te sigo esperando, si no viniste…

Hoy me despertaron dos evangelistas con el timbre, bajé para explicarles que no creo en dios, pero en realidad lo que quería era darles un abrazo, creo que me hacía falta a mí... Será la misma cinética que mueve al mundo?, este movimiento que aún estando quieto, circula como sangre...

O será el domingo?, o la falta de sueño junto a la posibilidad de dormir todo el día, o la idea del suicidio, es que.. es tan romántica esa idea del corchazo en el día libre, el único día en que los humanos tenemos tiempo para quitarnos la vida, dormir sin alarmas o comer sin platos.

Me gustaría que si alguien lee estas palabras sienta que el cielo existe y está calmo, cuidándonos del vacío y la oscuridad del mundo. Me gustaría que lo haga un domingo a esta hora, cerca de las 4, donde comienza la tarde.
 Me gustaría, también, que sea una pregunta, ¿Dónde comienza la tarde…?
 Y eso sí que me gustaría, más que nada, que esta vez.. Seas vos...

J.C.C.


sábado, 1 de septiembre de 2018


https://www.youtube.com/watch?v=_yBciqMlSdM

Siempre quise escribir cuentos,
Y Aunque tenga  algunos por ahí
Yo No soy un cuentista.
El intentarlo todo el tiempo me
Hizo descubrir que lo mío era
La prosa de la manera que yo
La quiisiera moldear.
Absoluta libertad.
Como un árbol en la luna
O mi visión del mundo.
Una mancha de tinta
Me alcanza para sobrevivir.
Un cigarrillo recien encendido
Doy vueltas sobre la terraza
Entre lo blanco de las paredes y las columnas
Que forman parte de las chimeneas de este lugar.
Las luces cuando llegue estaban prendidas asiq supongo
Que alguien estuvo antes.
Los charcos que dejo la lluvia todavía están aca, se escurren  por la bajada correspondiente como formando un derrame
Hasta llegar a la rejilla mas cercana, pero en vano será pq dijeron q lloveria toda la semana.
Pienso en  como las lombrices recorren la tierra para hacer tuneles y en como el cagan abono nutriéndola.
En Como las raíces de las plantas se divierten  y pasan por ahí.
me desenchufo sin saber porque y en la terraza otra vez me quedo con las luces y los arboles desde arriba,
fumo mirando sin mirar a las
casas que parecen vacias , paredes sin pintar  para pintar, edificios sin terminar y arboles que cuando paso por al lado nunca encuentro, porque no los veo asi
el liceo militar desde aca parece Grecia, pero es santa fe, la olvidada av Freyre. Uno nunca se detendría a mirar ese lugar.

Detrás La cancha de colon , el cielo hecho noche se deja descubrir con un poco d luz, escucho bombas de estruendo, hoy es 4 de mayo y la pueblada sabalera se reúne a esperar el 113 aniversario del club colon.van a escuchar cumbia y a tomar vinoy  a tomar porron a estar con otros sabaleros compartiendo la pasión. Yo ya no lo hago porque no estoy para esos trotes.

Este lugar parece tan grande desde arriba y tan chico desde abajo,Las personas van caminando abrigadas y queriendo llegar a algún lado, y un perro en el  pasto oliendo la cagada de otro , un árbol girando al lado de la heladería,Un auto cruzando la calle esquiva al perro que estaba en el pasto , la chica q siempre esta en la terraza a esta hora hoy no esta.  Que estará haciendo.?
Los techos de chapa q tenían dos vigas después de las tormentas llevan mas q dos vigas
Mi dolor de espalda esta ahí porque mi estrés esta conmigo.
Hechizo de amor no me abandones nunca, y viajemos hasta la pléyade.

vivo en una historia de paul auster, 
soy un tipo sin un trabajo fijo ,
hago lo que puedo y persigo a la luna ,
cualquier cosa me viene bien,
aunque aprecio cada oportunidad ,nunca es suficiente,
algunos ahorros que contaba de un trabajo anterior se van de mis manos,
los billetes no son mios, como vienen se van.

salgo a buscar trabajo pero ya no tengo nada que me destaque del resto,
soy un tipo comun y vulgar. desesperado ansioso a veces enfurecido , a veces iluminado
a veces tranquilo.

Alguien se puso a pensar si eso que dijo alguna vez no afecto la fragilidad de alguien diferente?
Yo si, tocando el fondo se aprende, dicen . pero cuando yo creia que habia tocado el fondo,
mis talones siguen sin tocar el suelo.

Si esto en verdad es el fondo,
el fondo es barroso y agonico,
estoy atrapado y me sigo hundiendo.

estoy listo, no me asusta morir,
algunas cosas nunca las puse en juicio,
gracias por tu apoyo, imbecil.
cuando el camino que hago me deja sentado
en algun rincon o en cualquier vereda de este lugar
que hoy habito, con frecuencia me dejo llevar
por la lujuria de tomar el cuerpo de esa botella,
este es un barrio con sed, santa fe es un lugar que transpira.
cruzo las piernas y me acoplo a la silla, observo en silencio
que pasa delante mio.
prendo un cigarro y el humo se enreda en mi barba.
hay una tienda de objetos antiguos, una citara rusa,
un contrabajo bañado en plata, un violin de hace un siglo,
y un trombon desafinado.
Me sorprenden en la palmera cuando alguien que conozco se frena
al filo de la mesa para decirme, "que haces aca solo? "
y me detengo en esas 4 palabras y no lo escucho decir mas nada,
pareceria que lo ignoro pero me quedo pensando en que responder.
no digo nada, miro la esquina como esperando un accidente de autos que me saque de ahí.
X se va y yo lo saludo vagamente.
estoy conmigo ,con mis pensamientos y con stella artoise en un dilema, en el medio d
de  un momento agradable y en el otro medio de una lucha una lucha qye hoy intento comprender.
el pasado me señala.y al futuro no le  creo, son mentiras como ayer,
 salto de la balsa y hundo mis pies en el barro
y después llego a la orilla, pero
prefiero no me presten atencion ,
me están llamando de alla sin ninguna razón, y
Estoy listo, no me asusta morir.

domingo, 8 de abril de 2018

Solo


Al papel en blanco le dedico estas líneas..
Así como todo movimiento implica un esfuerzo que es difícil de frenar, las marcas de mi trazo aparecen solas porque aquí me encuentro dibujando mi noche oscura sobre el vacío y desafío de cada hoja.
Qué puedo decirte que no hayas escuchado.
Cómo introducir la punta de mis dedos suavemente bajo el hueso plano de tu cráneo para acariciarte con la delicadeza que exige tu cerebro?
Hojas cuadradas, blancas y márgenes se amontonan bajo una tapa dura y marrón donde sólo se puede escribir algo tan rústico como un título, que va y viene sobre el mismo pliegue, sosteniendo toda la colección.
 No es casualidad que se organice un libro a través de esta bisagra móvil, donde la luz y las sombras juegan alrededor de las palabras como la luna y el sol lo hacen excluyéndose mutuamente en cada día y cada noche.
Hoy llueve y se salpica todo lo que ayer se estaba descascarando por la sequía del 2018.
Me sirvo un whisky y me siento más importante.
Lo acompaño con miel y unos bizcochitos de la Balear que quedaron de la tarde. Quién va a venir a decirme que eso está mal con esta tormenta todo se licúa en una sopa fría y con olor a moho.
La ciudad mira hacia arriba y cierra los ojos. Las gotas se escurren por sus cornisas dejando las arrugas del muro en su camino.
Los que podemos cerramos las ventanas y creemos que la lluvia se redujo al sonido que nos llega dentro el cuarto.
Nos acostamos en lo oscuro, y agradecemos nuestra propia compañía mientras comenzamos a escuchar la voz del sueño.

J.C.C.