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martes, 20 de octubre de 2009

Una mente silenciada

Por Tuma, Juan José.

No sabia bien como hablarlo, no sabia como hacer para que él se de cuenta que tarde o temprano lo iba a terminar matando.Los primeros tiempos no me di cuenta de la situación, primero comenzó siendo algo divertido, algo que compartía con sus amigos, algo que lo hacia como una gracia y que pensó tener controlado. Muchas charlas fueron las que pasaron y él seguía insistiendo en que estaba todo bien, en que nada lo iba a matar, típicos pensamientos de un pibe de 17 años, sentirse un inmortal. Me acuerdo que todo empezó la mañana que Rodrigo apareció en la escuela contando que había estado con ella y que dijo que le había encantado, eso fue lo que genero tantas ganas de probarla, me parece, si eso fue lo que detono, esa imbecil idea de querer ser como Rodrigo. Sin embargo, no se animaba, me desafiaba muchas veces y amenazaba con probar, pero siempre pensé que la inteligencia que tenia era suficiente como para saber que no le convenía.
Sabia que no estaba muy lejano el día en que se iban a encontrar, sabia que no podía hacer nada para detenerlo, todo lo que trataba era en vano, solo era una cuestión de tiempo.
Caminábamos por las oscuras calles de Boedo y compartíamos el miedo de querer probarla, el terror de no ser el boludo de la barrita, aunque en el fondo, sabíamos muy bien que él quería probarla, no quería dejar pasar esas oportunidades que se le estaban presentando.
No paso mucho tiempo, habrán pasado uno o dos meses cuando la probó, sabia que no era para él, sabia que estaba yendo por el camino equivocado, que no era justamente lo que el necesitaba.
Muchas cosas lo llevaron a eso, donde íbamos se hablaba del tema, no había un lugar donde pudiera escaparse un segundo, no había un momento en que no se cruzara por su pensamiento, estaba presente todo el día y a cada paso que hacíamos. Lo llamaba, era algo que lo tenia atado, no podía pensar en otra cosa, aunque tontamente siempre decía que él tenia toda la situación dominada. Toda su vida comenzó a girar en torno a ella. Era la que ordenaba que debía hacer. Ya no podía hacer mas nada, simplemente aconsejarlo de vez en cuando, obviamente cuando él me dejara, pero siempre haciendo oídos sordos a mis consejos.
Ya sus encuentros se empezaron a hacer mas frecuente, cada vez que podía estaba presente en su vida. Seguía pasando el tiempo y mas se perdía en el mundo que ella le mostraba, solo veía la realidad que le dejaba ver.
Confieso que en un principio trate de comprenderla, tratando de sentir lo que él sentía, pero me resulto imposible, pensé que me empezaba a agradar, pero me di cuenta rápido que no, que solo era por quererlo verlo bien a él y nada mas, por la simple estupidez de no vivir discutiendo, de tratar de ver, por que la elegía, sabiendo que no era lo que el realmente quería para su vida.
Se le mostraba sensual, como la mejor de todas, como la que nunca lo iba a lastimar, aunque ella y yo sabíamos que eso no era así.
Pasaron los meses y ya estaban juntos siempre, no había forma de hacerlo entrar en razón, trate por todos los medios, pero no había remedio, no me escuchaba, nos pasábamos el día discutiendo. Yo le preguntaba que era lo que le veía, que era lo que sentía y que tenia de bueno, pero nunca me respondió, lo único que me decía, “es un tema mío, dejame tranquilo”, y todas nuestras discusiones terminaban en eso.
Yo no sabia como reaccionar, lo estaba lastimando, pero no podía hacer nada, ya había hecho todo lo que estaba a mi alcance, lo único que hice fue acompañarlo, estar con él, en todos los momentos que me necesito, me sentía inútil, sentía que ya no tenias fuerzas para lograr ayudarlo, quería gritar y no podía, él confiaba tanto en mi, que pensé que lo traicionaría si me ponía en su contra. Por momentos, reaccionaba y trataba de buscar ayuda en mí, pero rápidamente ella lo convencía y me evitaba, él sabia muy bien que yo tenia razón, aunque por su maldito orgullo, nunca me la quiso dar. Días, tardes, noches y meses pasaron y seguíamos en la misma de siempre, ella controlándolo a su antojo, no se podía liberar, aunque debo decir que comencé a ver en él un afán de duda, algo que ya no estaba tan bien entre ellos, algo que hacia que no la viera tan perfecta como antes, y eso me lleno de esperanzas, conocía la inteligencia que él tenia, y sabia que con mi ayuda podía salir adelante.
Nadie me ayudo, nadie se daba cuenta el mal que le estaba haciendo, o tal vez sí sabían pero no querían ayudarlo, nunca entendí eso, tal vez, porque yo con el compartía todo y los demás no, no se, siempre pensé que sus amigos lo iban a tratar de ayudar, pero lo veían bien, lo veían como algo que le hacia bien, aunque todos tenían claro que no era algo para él.
Una noche me acuerdo la encontramos en una plazita, donde nadie nos podía ver, bien escondidos, sentados en un banquito azul o negro, no recuerdo bien como era, solo recuerdo que era frío, mas allá de las altas temperaturas que hacia por esos días de enero, me acuerdo que eran mas o menos la una de la mañana y había algo de movimiento aunque casi nada, era una noche de viernes, esas noches, que para él eran especiales para verla. Pasaban algunas personas, pero como siempre nadie en esta enorme ciudad se para a ver que esta haciendo el otro, todos viven en su mundo y no se fijan en los demás, sin embargo no era algo anormal, sino algo cotidiano por esos días.
Después de esa noche algo se rompió entre nosotros, algo que iba a ser muy difícil de volver a construir, me acuerdo que esa luna de enero la miramos primero desde aquel banquito y después desde la ventana de un departamento. Lo que no puedo recordar es de quien era ese departamento eso es algo que se me bloqueo, solo me acuerdo a grandes rasgos que él se sentía cómodo allí.
Me acuerdo que empezó a ir mas seguido a ese lugar, aunque él sabia muy bien que yo no quería, pero como desde hacia un tiempo no me hacia caso. Vivía diciéndome que la pasaba espectacular ahí, que se relajaba como en ningún otro lugar, que era un sitio donde él se sentía como en su casa y era donde podía pasar mucho tiempo con ella, sin que nadie lo molestase.
Aunque no todo fue malo, hubo un tiempo donde se alejaron, nunca tuve muy en claro por que se había alejado, pero tampoco se lo pregunte mucho, me sentía bien de que eso fuese así y lo vivía con él, lo mejor que podía. Desgraciadamente fue por muy poco tiempo, no deben haber sido más de dos semanas, que ya se volvieron a encontrar. Pero las cosas ya no eran como antes, él se empezó a sentir mal y si bien se la encontraba muy seguido, había algo dentro suyo que no estaba bien, entonces fue cuando vi mi oportunidad, y empecé a hablarle, no le daba respiro, en cada segundo que me daba trataba de que abriera los ojos, trataba de hacerlo ver que la relación que tenían lo iba a terminar matando.
Hubo un tiempo que empezó a verse con otras personas, con otros amigos que no conocían mucho el tema, entonces, lograba distraerse un tiempo, conseguía no verla, hacía que desaparezca de su vida por un tiempo, pero por desgracia, eran momentos pasajeros, solo eran instantes, porque cuando volvía a pensar en ella, se entregaba nuevamente, la conseguía y se encontraban. Por mi parte cada vez me sentía peor, cada vez que la veía sentía que algo en mi, se moría, pero nunca puede hacer mucho por ayudarlo, ni él ni ella me dejaban.
Lo peor fue cuando me di cuenta que el final se acercaba, no me quería convencer de eso, pero el miedo no me dejaba hablarle, o no se que fue, pero había algo que no me dejaba estar con él como antes.
El tiempo paso y cada vez lo sentía mas lejos de mí nunca pude entender como había sucedido, pero ya ni siquiera me hablaba. Solo lo acompañaba cuando él me dejaba, solo estaba con él, cuando él lo permitía, y solo por instantes de lucidez.
Hubo una noche que para él solo era una noche más, pero no, yo no sentía lo mismo, sabia que esa noche no iba a ser como otra noche cualquiera. Me acuerdo que ya estábamos en otoño, esa noche hacia calor, era una noche hermosa con un cielo despejado y no soplaba el viento, y otra vez estaba en ese departamento, su familia no estaba enterada de nada, porque él siempre oculto la vida que había elegido.
Por un momento extrañamente sentí que lo acompañaba, pero rápido esa sensación me dejo, él comenzó a sentir mucho frió y algo recorrió su espalda. Me empezó a hacer preguntas, pero no las recuerdo bien, oí que me pedía ayuda, pero él sabia muy bien que yo no podía hacer nada. Cuando trate de pensar ya era tarde, estamos tirados en el suelo de ese fatídico departamento, con la espalda sangrando y compartiendo por un segundo toda su vida, que pasaba frente a nosotros. Ya era demasiado tarde no lo pude salvar, todo lo que intente por él, todo lo que le dije antes, fue que se aleje de esa mujer, que yo sentía que ella tenia algo malo en su interior, algo que nos iba a terminar matando. Trate de ser su voz, trate de hacerlo ver la realidad, pero muchas veces las mujeres hacen que un hombre pierda su vida. Fui su conciencia por mucho tiempo, hubo momentos que fueron muy buenos y otros los vivimos acompañados de una mujer fatal.

9 comentarios:

El Exeso Exacto dijo...

Me dejaste sorprendido JJ, buen cuento. Bienvenido al exceso exacto.

PD: espero q otros sigan el ejemplo del Jay jay y dejen salir de la caja de pandora su escritor de adentro.

Charles Duchaussois dijo...

Observo mi equipo de drogadicto: las píldoras, las jeringas, la bola de opio, el calentador de alcohol…
Me impresiona tanto ver en plena luz del día ese espectáculo digno de las tinieblas y la miseria, que caigo de rodillas y comienzo a sollozar.
Toco uno por uno todos esos objetos demoníacos los levanto frente a mí y los miro brillar anodinos e indiferentes a la luz del sol.
¡Mis verdugos!
¡Que aspecto inofensivo presentan con la luz del día! ¡Como se puede pensar que esos trastos lamentables sean el refugio de una fuerza demoníaca, de un diluvio apocalíptico que se desencadena no bien la aguja clavada en mi vena deja entrar el veneno!
Pero todas estas posiciones demoníacas han sido engendradas y creadas por la naturaleza, y ella es quien guarda en su interior y las fabrica con la savia que que fluye por las plantas. El hachís bella y singular margarita que abre sus capullos por la gracia del sol: la amapola, donde el roció se deposita inocentemente lo mismo que sobre todas las flores al despertar el día y cuyo zumos no obstante, se fabrica el opio, la morfina, la heroína…
Si dios realmente existe, ¿Por qué se burla de los hombres, colocando la terrible tentación del pecado en las más bellas flores?
Estoy en un valle del paraíso terrenal y podría reemplazar este prado de tímidas hiervas por hachís y amapolas, y el alba divina despuntaría igualmente sobre los campos envenenados, igualmente bella, igualmente pura que esta tierra fértil, tierna y nutritiva…
¡Que traición! ¡Que hipocresía! ¡Por que se viste de naturaleza con ropajes tan bellos, por que me deja mudo de admiración, si los jugos mas envenenados brotan de la tierra, del agua y del sol!
No, no quiero seguir viviendo.
¡Me vengare de dios!
Me mataré y así destruiré su obra
He comprendido el verdadero significado del mundo y sus desvergonzadas mentiras. Soy un hippie. Lo he comprendido. Dios no se burlara de mí.

El Exeso Exacto dijo...

un comentario digno de ser coronado, usted se lleva la carcaza del nokia, la mini pimer se la regalé el domingo a mi vieja por el dia de la madre. felicitaciones

Anónimo dijo...

Una mente que te persigue(...) bastaaaa, me casé de malgastar neuronas pensando en ello.
las voy a gastar bien.

Anónimo dijo...

muyy copado mannn

Bruno dijo...

jojo! buenisimo loco. Loco pero re fondeados estan los escritores! Se viene la publicacion en papellll

batman dijo...

me pica el orto.

Anónimo dijo...

lo que hace la merca vieja.


Guason Villero

vickita dijo...

Solo puedo decir que me dejaste muda.
Un gusto leerte.