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viernes, 8 de enero de 2010

Sopa de Cascarita

Por Juan Carlos Carroña.


Capítulo I : Intro Climática.

¿Qué pasaría en caso de que el mundo se desintegre? Como mierda voy a saberlo…
Y es aquí cuando nuestro cerebro abre el desagüe en medio de la oscuridad para vaciar la piscina incontinente de dudas que somos. Es una lástima que solo recordemos recortes que pudimos tironear a la realidad de un sueño.
Lo poco que pude guardar en memoria tiene que ver con una experiencia mas emocional que táctil, mas poguera que talentosa.
La física había cambiado y el físico también, todo cambia de forma de una manera cíclica, la marea sube, el mar se cansa de jugar al subi-baja, y expectantes en la inmensidad nos damos cuenta que el ciclo se rompió, se fue todo a la mierda, el viento se licuó en una sopa tóxica para los pulmones peludos que heredamos de manipulación genética, el mar se desgarra de a pedazos como una mandarina tibia entre los pulgares y nos salpicamos con un jugo naranja gusto a cuelgue, así que pegamos media vuelta y volvemos al hogar cerrando los ojos sin despegar la mirada del piso para poder ver las obligaciones.
En este camino somnoliente hacia el techo del cuarto, nos ahogamos en un reino donde la gravedad dejó de hacer fuerza y se convirtió en una especie de faja veraniega de las cuarentonas, donde la transpiración es el billete y los granos la moneda, el fuego un juego de azar y quemados como vos tienen copyright… Todo esto en la piel de un personaje sin forma ni cara, una bolsa de sentimientos y sensaciones que nos ayuda a alejarnos de nosotros mismos… lo voy a llamar Jorgito, o mejor no, vamos a hablar de él pero sin nombrarlo, como puede tener nombre un tipo que no tiene cara?
Es un estado emocional complicado el que atraviesa este muchacho, dicen que los chinos inventaron un sabor mas que no encaja ni en lo dulce ni salado ni amargo ni ácido y le llamaron umami, Jorjito se sentía como comiendo un panchito gusto umami y meditando “Esto tiene un gusto raro”… imaginesé, ya no podía distinguir los colores entre rugosos o estirados, entre sucios o anidados, se sentía verdaderamente mal esa noche, estaba en un mundo demasiado fiero hasta para la fantasía, umami es el sabor de sus molestias, sus angustias, el sabor del sol, ese símbolo del pasado insípido como un recuerdo borroso en la mañana.
El sol, que primero dejó de asomarse a este mundo maravilloso por entre las viseras de mis sueños, luego se apago y lo convirtieron en leyenda para mas luego de varias generaciones pasar a ser una palabra sin sentido en el alfabeto, una simple combinación de caracteres sin un mejor destino que “El Sol”, exento de cualquier tipo de definición de alguna academia por mas real o española que fuera.
El día, en cambio, en este reinado de persianas bajas y almohadas humectadas fue diseñado a imagen y semejanza de Dios, las personas que viven aquí alaban ese momento de luminosidad, que hermoso es el día diría el Jorgito… Alguna estrella fugas rara ves les regalaba un día para poder jugar como un niño feliz, para ver el mundo como vos, romper las barreras polarizadas del párpado y apreciar los dientes entremezclados en las sonrisas… Pero claro, eso duraba lo que un pedo en una caramelera, imaginarte el gusto a umami no es muy difícil después de comer uno de esos dulces… Ya no tenían esperanzas en los rayos ni relámpagos, hace años que son destellos ultravioletas que te hacen caer el pelo pulmonar y no te dejan respirar, pero están a años luz de iluminar un día.
Entre tantas sombras, nuestro personaje que recién llegaba a casa luego de la caminata distraída por la costa, decide sentarse en el sillón para leer un poco de propagandas que tanto le divierten y estimulan su imaginación, y ahí como empotrado en la lectura, comiéndose las piernas como si fueran pochoclos, se acuerda de un comercial que heredó de la tía Marcia recién difunta hace escasas 3 media lunas… Busca la prosa, abre el estuche, saca la cajita y dentro de la bolsa arrugada y vieja fluorescente encuentra el braile llamado “Noche Buena, Comida Fácil”, el título lo impacta como un meteorito de ginebra y con los dedos rojos del cansancio se larga a leer como ciego en baño de micro larga distancia, su organismo no puede sintetizar el título, Jorge es la noche y no lo sabe, se alimenta y vive en ella y no debe saberlo, este mundo no se comparte, es egoísta, es cuando el otro no es, es cuando no sos vos, y Jorge que no puede parar de leer deforestando el papel braile con los dedos como trinchetas sobre los relieves punzantes.

2 comentarios:

Poe dijo...

el otro dia nos juntamos a la noche con los pibes y me contaste un toque como venia la mano de este texto, esta zarpado mono,espero el segundo capitulo p sacar conclusiones.

to be continued

Marquitos... dijo...

hey...mono..esta primera parte me copó...loco...vas por buen camino... es una mezcla muy copada la narrativa... se vos simpre..."meteoritos de ginebra" me copó...