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lunes, 27 de septiembre de 2010

The Gelatina Mexicana experience.

Por Gelatina Mexicana.


"Como bien sabes, no podría contarte todo porque tendría que dejar de vivir, pero todo lo que no te cuento está en los espacios y silencios; de ellos está hecho todo aquello que no he puesto en palabras ni pondré, y que compone el misterio de la vida que intuyes".



 Vivir es ensuciarse las manos, implica someterse en cierta medida a las reglas del juego injusto y jugar, hacerse parte de él, sacrificar un pedazo de alma sana para pagar la renta y comer, volverse astuto y ponerse colmillos falsos, venderse, herirse. ¿Cuál es la máxima cantidad posible de resistencia que podemos conservar? ¿Hasta dónde puede llegar nuestra oposición? ¿En qué momento aceptamos someternos o ceder un poco?.



 Nos gustan aquellos otros que parecen escupir en sus frases todas las certezas, sentimos una atracción inmediata por aquellos que parecen saber algo que ignoramos y parecen saber a dónde van y parecen sostener firmes algunas respuestas. Sólo apariencias y performance. Nos adherimos un rato a su ruta trazada, y pensamos que nos gusta, creemos que nos hace sentir bien, nos da la seguridad que creíamos necesitar. Nos da miedo aceptar que vivimos en el mundo de la posibilidad y que todo es un juego basado en la creatividad, la confianza, y los sentimientos, nos da miedo tener en nuestras manos el poder de inventar, sentimos que es demasiado y nos sobrepasa, que no podemos ser tan grandes, que debe existir un dios sobre todas las cosas, porque al ver nuestras manos parecen tan frágiles. Que grande fue nuestra mente como para inventar un dios, que capaces seríamos si no le cediéramos nuestra capacidad de actuar. El poder implica responsabilidad, delegar el poder es también eximirnos de la responsabilidad, huimos de la responsabilidad, y entonces ¿cómo explico que buscamos el poder? Buscamos un falso poder, uno ficcional, aquél que no implica responsabilidad. Buscamos simular, aparentar, en realidad no dejamos de jugar, seguimos con esa inmadurez de mierda. Jugar a poder, jugar a mandar, jugar a dar órdenes, jugar a dirigir, jugar a que sabemos hacia dónde ir, sin saber nada más que jugar. No, esto necesita dar más vueltas en la cabeza.







 Tantas ideas corrieron dentro de mí sin dejar rastro. Busco en medio de esta telaraña de hipocresía en la que estoy enredada, trato de encontrar uno profundo, de entre todos los huecos de hilo pegajoso que llenan el espacio, pero sólo se alcanzan a ver unos metros y después todo se vuelve de colores blancos y grises, es un ambiente denso y asfixiante, penetra las articulaciones provocando rechinidos en cada movimiento de huesos, tal y como un insecto-almuerzo.   El segundo dengue no me deja dormir, me recorre las venas raspándolas por dentro con fuerza como un rastrillo que ara la tierra, me pregunto con un poco de miedo si logrará romper alguna. Me desacostumbré de escribirte, de nuevo pierdo las palabras antes de apretar las letras. Escalofríos, cansancio, es un síndrome de abstinencia causado por ella misma, por el vacío y por el asco del vacío y por la quietud que grita desesperada y harta de sí. Se va la luz y el chuveiro que funciona con ella queda como un adorno, baño frío dentro del baño oscuro, no hay nadie en la casa (me gustaría poder decir eso), del otro lado de la puerta se oyen las vocecitas de niñas que recuerdan su antiguo miedo a la oscuridad, corren juntas hacia uno de los cuartos, silencio. Baño frío dentro del baño oscuro, pero antes termino de cortarme el cabello a puro tacto, ni que necesitara el espejo para algo. Acabo de bañarme y regresa la luz, a tiempo para que salga unos segundos el chorro de agua caliente.




 Todo puede gustarles, sus ansias no se sacian nunca, salivarían para siempre si fueran inmortales. Algún día después de disolver el sobre de gelatina en el agua burbujeante la mirada entrará en las sintonías centellantes de una luz que atardece y arde anaranjada entre mis pestañas cada cien días, el posillo tocará el piso lentamente porque las caídas son lentas bajo esta iluminación cálida, el piso se cubre de un líquido morado reflector de brillos amarillos, lentamente, muy lentamente, hasta tocar sutilmente la planta de uno de tus pies. Desaparece la cocina y evito entrar en paisajes, las gotitas de sentimientos a veces tienen la misma potencia que las de LSD. La música pisotea las palabras mientras el ambiente pierde su vibración poderosa y va quedándose dormido con los sonidos que nacen entre la tarde y la noche.


 




 Se trata de un bloqueo completo en el que falta hasta el aire, comienzo a pensar sin palabras como hace tiempo, con las manos atadas y las ideas empanizadas e indistinguibles unas de otras. Anti expresión, inacción, condena del que se vuelve espectador de lo insoportable mientras tiene la boca vendada. Un poco nuestro presente. Hasta hace unos días se trataba de una lucha interior que se disputaban la vida y la muerte contenidas en la misma proporción dentro de mí. Era lenta y silenciosa y se llevaba a cabo escondida del mundo de los saludos sonrientes pero siempre estaba presente. Un momento de distracción y avanzaba un paso, yo intentaba impedirlo tardíamente pero el avance mortífero sólo generaba desesperación y una que otra lágrima de impotencia, me mantenía inmóvil, atenta, intentando no perder un segundo pero consciente de lo imposible que resultaba la tarea. Afirmación /negación. Comienza el mito, el cuento, la sublimación de la experiencia y la búsqueda del velo onírico. En el origen de todas las cosas cuerpo y alma eran una sola entidad brillante que flotaba y sentía y significaba al unísono. Un día los defectos del mundo o el mundo de los defectos en el que vivía comenzó inevitablemente a atacarla. Para no morir se vio obligada a perder su perfección, violenta y dolorosamente fue desgarrada y una parte quedó envolviendo a otra, deforme, visible, burda. Esta parte quedó expuesta y vulnerable a la agresión cotidiana, se detenía temblorosa, se esforzaba para soportar el clima impiadoso. Así, obligada a sobreponerse, se acostumbró a ser violentada, herida, golpeada, protegiendo un interior incapaz de soportar esas sensaciones mundanas, se convirtió en la parte dada en sacrificio, sacrificada para preservar los últimos resquicios de aquello que alguna vez fue eterno. Estrategias de supervivencia que implican la pérdida de todo lo que alguna vez valió la pena conservar. Ya sólo queda tratar de no perder la memoria limpiando restos con la escobilla de pelos de algún animal difícil de matar. Llegará el día en que el cuerpo se canse de quemaduras y proteste, y entre en huelga, y desista, y considere que ya no vale la pena luchar por unos recuerdos poco nítidos, por una memoria melancólica y un porvenir de pura ilusión. Comenzará a cuestionarlo todo, su propia existencia le horrorizará o le parecerá absurda, cómica. Entonces quizá cambie de estado, a líquido o gas por ejemplo, elegirá no tener límites precisos ni forma estable, elegirá deshacerse para mezclarse y formar parte de todo y perderse en la multitud. El mismo cuento con otras palabras y con la misma falta de rumbo.

2 comentarios:

Flor (a) dijo...

no se si se puede acotar algo al respecto, si la literatura es ficcion siempre¿porque las palabras tienen el poder de atrabezar el alma, la cabeza...lo que sea, ese espacio blando y tibio que tiene el poder de activar imagenes?

no se si se entiende lo que quiero decir,se percibe no? no quisiera decir "aplausos" o "que bueno"


pero si la formula anterior es casi entendible, estoy conforme con el comentario. Saludos, sigan escribiendo asi!

Anónimo dijo...

alucino mi recreo en este momento