No sabemos como llegaste aquí, ni lo que estas buscando, pero esto es con lo que te vas a encontrar
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lunes, 3 de diciembre de 2012
viernes, 21 de septiembre de 2012
animico
alma aprendes
arte arritmica,
ando-artilugico.
ademas
aca hay algo
alemaniaco
anudado a
algo ami.
ameba
armado hasta
algunas alucionaciones.
amen ameigos,
ameigas.
alterados.
asco
arribo al
almibar,
aunqe hasta
arriba
hay algo
altisimo.
alba ahora
aqui ando
aprendiendo.
arte arritmica,
ando-artilugico.
ademas
aca hay algo
alemaniaco
anudado a
algo ami.
ameba
armado hasta
algunas alucionaciones.
amen ameigos,
ameigas.
alterados.
asco
arribo al
almibar,
aunqe hasta
arriba
hay algo
altisimo.
alba ahora
aqui ando
aprendiendo.
martes, 18 de septiembre de 2012
milonga
mitad mental merodea
mientras me muero.
mi mejor miedo mixado
medio manija mueve mar,
mueve muebles mueve mentiras,
mueve monedas mordidas.
mi muevo mandíbulas.
mascaras maldia malogrado
me miro malchico. mi
mundo mosquito, mi
mundomaravilloso,mi
mierda moscas meadas, mis
manos maniacas.mañana
morirme muero mejor.
mientras me muero.
mi mejor miedo mixado
medio manija mueve mar,
mueve muebles mueve mentiras,
mueve monedas mordidas.
mi muevo mandíbulas.
mascaras maldia malogrado
me miro malchico. mi
mundo mosquito, mi
mundomaravilloso,mi
mierda moscas meadas, mis
manos maniacas.mañana
morirme muero mejor.
lunes, 13 de agosto de 2012
Silencio. Se desprenden de a poco los golpes del asfalto y ensuciando el aire plaga densamente de
inquilinos ciegos, despertándolos de pesadillas que comen con ego su propia vanidad. Con medio
parpado abierto busco en mi subconsciente alguna respuesta que me aleje de esta sonámbula
realidad. Voy logrando desenredarme de telas superpuestas que como de costumbre no trato de
ordenar, las miro caer sobre mi cuerpo, estáticas como casi muertas, doy vueltas de lado a lado
girando, buscando quizá una posición concreta para quebrantar la agónica postura vertical, reposo
algo confusa acerca del uso horario, y así mirando el techo vacio fijando la vista a un punto
imaginario que se traslada por toda la habitación percibo que es hora de sugestionar a mi cuerpo
para tomar una taza con café y desconectarme de el sueño siniestro que usurpa el tiempo que
afuera, afuera demanda como bestia voraz, porque si respiro es debido hacer algo… como
cobrándome cada inhalación, siento el cólera acercarse. Basta me digo, y coloco los pies sobre el
piso, duro y frio, trato de revolver un poco mi cabeza y elevo mi cuerpo hasta su máxima altura,
todavía tengo desorbitados los ojos, buscando un enfoque entre luces naturales y focos artificios de
un amarillo penetrante camino pequeños pasos apenas levantando los talones, insisten mis
músculos holgazanes y me grito – por favor movete! tenes que arrancar. – busco con poco
entusiasmo el interruptor de luz dentro del baño, después de varios intentos de cachetadas a la
pared logro hacerlo saltar, ubicado frente a mí el espejo me invita sutilmente y hasta de modo
perverso a mirarme fijamente ( a veces pienso que el reflejo del espejo es una alucinación de mi
mete) zigzagueando la mirada por todo el contorno de esta imagen escurridiza busco inútilmente
algo nuevo en mi como queriendo sorprenderme asumiendo que es un presente de mi misma, pero
al cabo de un rato no logro encontrar nada, suspiro sabiendo que no será un día extrañamente
diferente al anterior, nada ha cambiado, nada. Mirando el final de mi pies moviendo despacito los
dedos rio, rio a carcajadas. Revolviendo mi pelo intento sacar de mis sesos algún espontaneo
sentimiento que me arrime a la puerta del ropero para comenzar el agobiante proceso de saber que
hay que salir, salirse de aquí, ir a recorrer calles, escuchar voces, mirar rostros ajenos, sonreír
hábilmente mostrando los dientes para poder persuadir la rutinaria acción de existir y hacerlo de
manera conforme ( con lo que a mí respecta diría más bien deforme) invitar a otros seres a mi
tiempo para compartir pequeñas aberraciones de un presente que derivan seguramente en un
domino de momentos que van conectándose creyendo por alguna razón ajena que de esta forma
nos conocemos o en tal caso nos conocen. Y así construir y destruir un embalaje de sensaciones,
formar un gran paquete existencial que con algún temperamento escondió se transforma en un
carácter etiquetado dando un perfil correcto (o incorrecto depende el caso) de lo que supongamos
podría decirse que nos identifica.
Volteo el rostro incapaz de poder seguir viendo el reflejo de ese arlequín espejo (hay veces que
miro mi rostro varias veces, profundo miro mis pupilas y por algún motivo, desconozco cuál sea,
sobre todo si el alcohol sobre pasa su capacidad de liberarse y este se satura en la sangre no puedo
afirmar que lo que veo soy yo. Es más puedo afirmar que me desconozco y me niego totalmente
a aceptar como propiedad esa imagen). Deslizo las plantas de los pies sobre la alfombra y en
dirección hacia la cocina siento como mi cerebro comienza a recibir eléctricos choques como
liberando de mi algún intento hipócrita de entusiasmo.
Mientras admiro la pava sobre la hornalla se introducen en mi secuencias de recuerdos sin
coherencia entre ellos, cierro un poco los ojos para intensificar la sensación que estos destapan, Y
ahí estoy, otra vez, conmemorando ilusiones de momentos que son difuntos, reanimando lapidas
de un cementerio sin moral como una viuda que lamenta haber sido tan cruel y no poder en vida
haber dado lo mejor, llorando a un pedazo de carne que no respira, un cadáver frio y tieso, llorando
recuerdos.
Logro con facilidad perderme en el calendario, las fechas no son de mi mayor agrado. Cada
celebración, aniversario, cumpleaños, o momento conmemorativo lo siento como una repetición
año tras año, y que cada uno de ellos se parece tanto al anterior. Hay cosas que nunca se pierden
como la esencia, y la memoria mientras se está vivo, lo difícil claro es saber cual es real.
La pava chilla como un puerco en el instante de ser degollado (no tengo nada en contra de ello,
cuando tengo la oportunidad disfruto rasgar con el cuchillo de apoco la carne y masticarla
infinitamente) Abro los ojos y como anestesiada reacciono apagando el fuego, desperté digo, ya
desperté. Me siento al borde de la silla, y sin llenar del todo la taza desprendo una bocanada de aire
para inflar otra vez los pulmones, creyendo que así voy a sentirme un poco mas llena, de aire claro,
pero menos ida. Mirando fijamente los azulejos buscándoles alguna forma a las manchas e
imaginado alguna historia entre esos firuletes. Comprendo entonces que de cualquier forma esa
historia no me pertenece, que no se de quien es, pero no es mía. Agachando la cabeza mirando el
hoyo negro e intenso dentro de la tasa respirando el vapor que extiende sintiendo como ese calor
destapa mis fosas nasales, otra vez respiro ahora con más suavidad y sonrió. (Cada vez que algo me
causa dolor, o extrañamente siento que no comparto mis ideas conmigo misma sonrió
irónicamente) no puedo entender todavía que estoy aquí y cuál es el motivo para andar. Quien tiene
los hilos de la humanidad? Quien disfruta de humillar al desprecio? – muchas veces pierdo la noción
de mis cuestionamiento, entiendo que no resultan agradables sin embargo paso gran parte de los
días inserta en mi cabeza discutiendo las plegarias que exclama mi emoción. Sería mucho más
sencillo mantenerme firme ante una idealización o una idea, un libro quizás que contenga mil
respuestas, buscar alguna figura diminuta y colocar en ella todas mis perversiones, explicándoles
que por eso vivo, agradeciendo su influencia espectral en mi. Intento exhausta seguir revolviendo
mis propias miserias tratando de despegarlas de mi piel para ser en si un ser simple (contengo en
mi personalidad una preocupante indignación hacia pensamiento, a veces absurdos, como el simple
hecho de expresar en necesidad de mi autoestima todo lo que mi mente me sugiere.) Intento una y
otra vez comprender mi entorno, sentir ese poquito de egoísmo que me hace creer que lo que me
rodea es mío, realmente mío, que son la reproducción de mi ‘’alma’’ y que el destino me invito a
complacer mis deseos para brillar y crecer de cuestiones efímera de vivir, después de conectarme
con todo mi ámbito profundamente seguro sentiría la tranquilidad para poder lapidarme con el
titulo de Persona simple-mente y feliz. (Regurgito espasmos gástricos cuando me torno consiente
de ese estado falso en el cual me compadezco de mi por la continua falta de seguridad con la que mi
voz se va introduciendo a mi boca para morderme la lengua, con la vista al piso sin poder
reaccionar. Dan ganas de pegarme y gritar Dale loca, baja, ubícate que no puede ser tan sencillo que
te tras-papeleen el orto y te dibujen por arriba) muchas veces da igual, ni siquiera me importa, me
aburre la idea de pelear por un lugar, una razón, una aprobación. Es sentir que el caos esta dentro.
Todo lo aprendido te convierte en un tejido amoldado impulsivo e imperceptible que ausenta de
razonamiento, si contemplamos fríamente el patrimonio emocional llego a la conclusión que este
está sujeto al conocimiento y experiencia individual, y que de cualquier manera toda acción que
provenga externamente será procesada por la carga de aquel acto fingido que llamamos vivir ( o
vivido, pasado, presente y futuro son títulos para poder ‘’separar’’ en el tiempo los sucesos que de
cualquier forma no pueden ser divididos por que no son independientes y entre ello existe una
interacción necesaria) En tal punto debo admitir que siento nostalgia por todo aquello de ‘antes’
como símbolo de negación a un ahora, que supongo y me aferro idiotamente a la idea de poder ser
hoy lo que ayer y mañana mejor. Claro es que lo que recuerdo esta moldeado a mi sentir, sin
intereses ni opiniones ajenas a mi parecer, lo que percibo de lo que he vivido es parte de una
transformación de los hechos en lo que yo coloco una descarga emocional. Lo triste de esto es
cuando esta descarga se la recuerda como algo maravilloso, si yo la recordara con real angustia no
tendría otra cosa más que la obligación de borrarla, desterrarla, y matarla de mi memoria.
La nostalgia es una acción toxica, es como un cólico, que de pronto aparece para hacerte saber
y retorcerte las tripas, para impedirte de alguna manera a que vivas, vivir del pasado es mucho
más liviano que vivir de un incierto, lo que paso ya está superado, procesado y trasladado en
tranquilidad, sabemos muy bien que decir, y como actuar, pierde total espontaneidad y eso es
lo que mas se disfruta. Es parte de nosotros, lo hacemos al recorrer el mismo camino día a día,
al seleccionar los mismos lugares, o frecuentar las mismas personas. Lo hacemos al decidir que
estamos destinados y es de nuestro agrado una lista de tips que decimos nos gusta y todo aquello
que no está dentro es inexistente o indeseable. De alguna forma esta tenencia a aférranos a algo
seguro, existe en todo. Lo que no comprendo todavía es que lo mueve. Cuando frecuentamos el
mismo lugar, sea por gusto, elección, necesidad, trabajo o tarea, cualquiera ámbito que nos contiene
y podemos movernos con total agrado, negándonos la existencia quizá de otras vivencias, podría
decirse que es elegir como se quiere vivir. Una necesidad de tener control, por que el ruido por más
que apesta en toda ciudad, el ruido real nos asusta. Hay algo que siglo a siglo fue motor de muchas
historias, hechos, actos, que pudieron o no trascender en ella y esta movilidad sigue generando
quiebres, anhelos, sueños, hay algo que todos sabemos indudablemente, somos mortales negados a
morir.
Angie.Dri
Dame de ti los más perverso, enciérrame en un cuarto oscuro, grítame por lo bajo yo sigo
tu voz, juguemos a ser desconocidos. Tómame de espaldas mientras te digo que no, ¿Siente
mi miedo?, busca el dolor. Acósame hasta verme llorar, dibuja con sangre tu maldad. Hazme
desear, hazme gozar. Rózame la piel sin tocarme dejando en suspenso este instante de gloria,
¿siente mi ser erizarse?. Ódiame de tal forma que me guste, sofócame en sudor, asfíxiame
hasta que sienta que da gusto vivir. Hazme daño te lo suplico de rodillas, llévame al máximo y
luego aléjate.
Angie.Dri
Fueron tantos los despojos de mis enojos
Palpita ausente la calidez en los ojos.
Mueren frio en el filtro de un desagüe
Cuelgan hilos de mi carne
Ausente pasión de algarrobo
Susurra inmersa en vaselina
Chorrea vulgar carcajadas de estreno
Coloca en las uñas la piel del deseo
Disfraz de anzuelo
Disfraz de muerto
Cautiva la bestia con cintas y mezclas
Desprende las cotillas con precisa picardía
Intrigante despierta la gula entre sus piernas
Alimento del cosmos devora cual brillo
Para dejar en obsoleto los recuerdos en vilo
Maltrata y rasguña sediento capricho
Inflan el ego carroñero de grasas plastificadas
Pudre, se pudre.
Y feliz regurgita en éxtasis.
Gimen las masas que ansiosas esperan ver decrepita su hazaña
Mama de los lagrimales oxido pútrido
Se relame apretando el colmillo contra la rotula
Y se desparrama entre lazos de blancos espejos.
La saliva es el vapor que inquilino en los huecos esconde.
Para cuantificar a gran calidad sus cuentas cualidades
Observando y relamiéndose después de lo cometido
Es entonces que sacia sus viseras
Hasta que recorra en su sangre de nuevo el olor
A carne con miel
A cerezas y ron
A tabaco y mármol
De rojo o de azul
Vestirá sutilmente los hilares de consonantes
Y entre las palabras volátiles
Veras su cara arrancarse
Intenso retorciéndose entre las articulaciones
Impactara su demanda
Y en sumisa posición de la acción
El delito será exquisito antojo
Dócil será tu piel
Escupiendo al caminar
Dando gritos hasta desfallecer
Angie.Dri
viernes, 18 de mayo de 2012
AFÁN CON ANTIFAZ
Por Rocío Ruiz o Clarita.
Todos necesitamos en qué creer.
Místico refugio,
Nos escondemos cuando sentimos desvanecer.
Particularidades divinas: astros, amuletos, dioses
Multiplicidad ideológica en la variedad perenne
En el oscuro silencio, redentoras las voces.
Y me aferro. Dependo
Asigno mi recuperación a algo que no se materializa
“Me ayudó a salir”. Afirmo, y lo sostengo.
Y creo ver señales, indicios
¿Intuición o sometimiento?
Réprobo menester de saciar el suplicio
Escudriñar esclarecimiento en justificativos
De todo lo que nos sucede.
¿Destino? ¿Escepticismo? ¿La forma en la que vivimos?
¿O la condena de lo que hicimos?
Falta de espontaneidad, a eso se debe.
Pensar menos, sentir más.
Corolario devenir
No lo evitaremos jamás. No se puede gobernar.
Limitarnos a vivir
Simplicidad.
Agudicemos los sentidos para percibir
Que todo lo que nos pasa es singularidad
De las elecciones que hacemos en la cotidianeidad.
¡Atención! Capacidad de auto recuperación
podés creer en lo que quieras
pero vivir, seguir adelante depende sólo de vos,
el resto es guarnición
en esta cena que puede o no, ser para dos.
domingo, 13 de mayo de 2012
Ana
Defenderse cuesta, cuesta vida y más
Abrite, me dijo. Yo, lo miré. Lo
miré como se mira a un témpano, como se mira un pedazo de cielo. Abrite,
repitió. Quizás era su boca lo que me estaba hipnotizando, por eso no pude
hablar. Me comía el orgullo, me comía el alma. Su voz me penetraba una vez más,
carcomiéndome el cerebro, buscando aquello escondido que fervientemente
ocultaba y que nunca quise develar a nadie.
De repente, se desabotonó la
camisa y se tiró en la cama. Las sábanas formaban caminos a su alrededor
mientras él miraba el techo, como esperando que algo saliera de allí. Yo seguía
de pie al umbral de la puerta como una oyente, una mera espectadora, aguardando
abstraída su próximo movimiento, observando minuciosamente cada parte de su
cuerpo que yacía inerte sobre la cama.
- ¿Qué hacés ahí todavía? Vení.
Mis pies estaban clavados en el
zaguán, habían echado raíces debajo de los azulejos blancos y negros del
pasillo. De pronto, se reincorporó súbitamente como el viento de tormenta en
verano. En ese instante, mi piel erizada se había convertido en piedra. No
sabía hacia dónde escapar, me había encerrado dentro de una coraza invisible que
él fácilmente pudo romper en el ínfimo instante posterior a acercarse.
Respiraba en mi oreja, casi rozándome con su nariz, mientras, con una mano
recorría mi hombro, brazo, mano. Derretida, me dejé avasallar mientras la luz,
tenuemente, se iba desvaneciendo.
Damián
Acercamiento
Se despertó. Había tratado de
hacer el menor ruido posible, pero no. Seguramente, algún ínfimo sonido se coló
por sus oídos forzándola a abrir los ojos, casi como si renaciera, haciéndola
regresar de algún remoto sueño. En cierto sentido, quería huir de ese momento,
simplemente mimetizarme con las minúsculas partículas esparcidas en el aire y
desaparecer. Realmente no sabía qué hacer o decir - esto de las relaciones
interpersonales nunca fue lo mío - aunque recordaba con un pseudoestupor lo
sucedido la noche pasada. Por momentos emergían de mi cabeza pequeños flashes
intermitentes y fugaces. La oí respirar más cerca, quizás, a mis espaldas.
Supuse que ya no había forma de escapar, o por lo menos, sin que me viera. Al
darme vuelta, allí estaba, parada e inanimada como la noche anterior. De un
momento a otro sonrió. Levaba puesta mi camisa, lo que me pareció totalmente
ridículo, una especie de cliché de aquellas típicas películas románticas
estadounidenses. Cuando estuvo por hablar, me adelanté.
- ¿Y tu ropa? No es necesario que
andes usando la mía.
Apenas dejé correr aquellas
palabras me di cuenta que había sido un tanto grosero pero, al fin y al cabo,
el hecho de que otra persona use mi ropa realmente me disgusta. Los hermanos,
por ejemplo, se dan el lujo de hacer esas cosas y, sin consulta previa, me
resulta detestable. Sin más, le di la espalda otra vez, no quería mirarla
esperando que llorase o cualquiera de aquellas escenas patéticas que tienen las
mujeres. Suele despedazarme el sólo verlas, aún más, sabiendo que he sido yo el
causante de aquél malestar. Suavemente, escuché el susurro de la tela rozando
sus dedos. Sólo eso, los dedos de su pequeña mano soltando uno a uno los
botones, profunda y lentamente. Volteé nuevamente hacia donde ella estaba y
volví a verla completamente desnuda mientras dejaba caer la camisa sobre la
cama. En su cara seguía presente la sonrisa, esta vez un tanto más seductora.
Totalmente serena, se dirigió al baño. De repente escuché que giraba el grifo
y, en el segundo inmediatamente posterior, el agua chocar contra el suelo de la
ducha. Me acerqué entonces hasta allí y, simplemente, entré.
Harriet M. Welsch.
viernes, 20 de abril de 2012
33 mineros
Juan Carlos Carroña.
Un viejo sofá_a_resortes tapizado en cuero amortiguó mi caída, su piel se sintió áspera y dura - Tan porosa que podía olerse la multitud de culos que habían reposado en él -.
De los espirales oxidados se desprendió el aliento del infierno como réplica al bostezo chillón y metálico que crujía en las entrañas de ese lecho despellejado. Abatidos por la caída todos los presentes me observaron de repente y con muecas de fastidio. Y así como me vieron, todos devolvieron su mirada al televisor... Extrañamente se encontraban dispuestos de manera concéntrica a éste, sentados casi sobre el mismo radio que hacía eco en el medio del aparato; Equidistantes...
Como si se tratara de una fogata que los quemaba en una noche helada, la vida se había resuelto en un metro, y el destino, en el fondo de ese aparato… Los ojos como rayos mantenían encendida en llamas la pantalla que iluminaba el cuarto con un aleatorio olear de luz. El humo_consecuente sin demasiado esfuerzo había logrado confundirse con el paisaje, saturándolo todo con un efecto granulado como el de las películas_de_16mm que irritan los ojos para finalmente escapar, fugaz, por un buraco que parecía ser de un aire acondicionado del cual sólo queda la carcasa oxidada y el aire que pasa sin condiciones llevándose el momento a pasear por la medianera.
De a poco el baile se fue consumando sobre la tela_de_luz_volátil. La llama desplegaba su paso entre todos para regalarme un beso tibio cada tanto. Y de esta manera, "mal consentido", el miedo que sentía en un principio comenzó a drenar gradualmente sobre el sillón mientras el mundo se hacía foco a sí mismo en la tv, reduciendo-se, como pichí en la arena.
Mi atención jugaba al Pac-Man sobre el cristal hirviendo cuando inesperadamente---->; CRANnnn!!- Se me atrofió el tacto: Alguien pasó por delante!… Traía un plato en la mano y caminaba rengueando envuelto en una campera de pelos negros apelmazados. Atravesó la visual quebrando el enrriedo de la flama que nos tenía hipnotizados. De repente un parpadeo me mostró la oscuridad pura del negro; Instintivamente busqué los objetos detrás del humo pero nada se definió a si mismo, todo era parte de la voluntad del brillo que bajaba línea desde el aparato; Bajaba y subía periódicamente la marea eléctrica contrastando al cuarto_oscuro. Aturdido busqué en los rincones pero no encontré color alguno, recorrí con los ojos hasta las manchas del techo y nada, todo era blanco_y_negro y permanecía incondicionalmente bajo la sombra ensordecedora de “ese ruido blanco”(1). Comenzé a desesperarme, no podía ver nada... el televisor, las caras, mis manos, el sillón, el aire... Busqué por todos lados y no hallé color ni viento ni nada en ese cuarto misterioso_y_mal_habitado. Estaba apresado, Cromoasfixiado y muy mal acompañado... Tenía que hablarles!. Necesitaba liberarme, pero cómo... ¿Cómo explicarle a estos tipos; Cómo romper el silencio y ser más prudente, cómo contarles lo que se siente al rojo o al celeste cielo, al amarillo del sol o el marrón caca de perro??... Imposible, nunca entenderían!… Zafiro, Sepia, Escarlata, Jade, Ambar y Carmesí mucho menos , si yo los tengo vistos nada más que en el tutifruti -.
Mi pequeña excursión cromática acabó traumáticamente hundiendo el submarino amarillo en un mar color sangre_de_película_blanco_y_negro cuando me di cuenta lo que pasaba ( Desesperadas pataleaban mis ideas intentando no revolver demasiado el sillón) : El viejo estaba sirviendo el plato con fetas de un cuerpo disimulado en uno de los rincones oscuros!!... Putaquepario!! No me animé a verle la cara a nadie, ni a respirar, ni moverme, ni latir siquiera; No podía cerrar mis ojos tampoco, mis párpados estaban pegados por el pasmo y el desconcierto. Podría haber llorado, corrido o golpeado a todos pero lo cierto es que no podía, no podía hacer nada más que entregarme a la estupefacción. El anciano dejó el cuchillo en el suelo y comenzó a girar sobre su mejor pierna en dirección al sofá; Inmediatamente me refugié en el televisor como todo los demás, sugestionados y obedientes fueron tomando uno por uno su porción y la llevaron a la boca sin despegar sus plegarias del fuego multimediante. Cuando llegó a mí quedaba solo una, sin dudarlo la tomé y me la metí entre los dientes… - El miedo me había invadido de una manera “útil” a estas horas, ya estaba haciendo cosas sin pensarlo-.
No quise, pero inmediatamente le encontré gusto a empanada árabe, aceitosa y mal condimentada. Mientras tanto este hombre, o ser, o ente de abrigo peludo y caminar arrastrado -Como si le faltaran cuadros_por_segundo a su vida - elevó lenta_y_pausadamente el plato con sus dos manos y se lo llevó a la boca... Pude escuchar como sorbía del borde los restos del precario bocadillo humano. El ruido penetró mis oídos, al estómago. Los resortes me pinchaban el culo y la adrenalina me enloqueció la cara cuando le escupí mi filete medio masticado en el ojo al de al lado y le apliqué una trompada ascendente con plato incluido al cuco peludo de Mafalda, en el mismo movimiento corrí entre la neblina carbónica hasta la luz que se escondía detrás del viejo aire acondicionado. Lo empujé como para voltear la pared entera y salí por ese agujero no_sé_como.Fin.
Hoy en día no entiendo si esa TV fue el origen, el centro o la puerta; Si esos dos en el sillón eran cómplices, usuarios o las víctimas; Si el control remoto soy yo y el zapping la censura; Si la marioneta le gana al títere o el títere es quien manipula los dedos del destino; Si las ideas son de colores y las intenciones un terciopelo negro; Si la oscuridad es la autoridad competente y la calesita del circo es la que mete ruido en todos lados; Si el carnicero peludo mató a alguien, lo encontró o simplemente es el que está mejor informado…
1 - Ruido Blanco – Es un sonido aleatorio que siempre está presente en todas las frecuencias de onda y con la misma densidad de potencia. Como la luz blanca es aquella que contiene todas las frecuencias del espectro visible (Todos los colores), a “ese ruido” se lo bautizó como Ruido Blanco. O, si preferís la explicación de Miles David, "El silencio es el ruido más fuerte, quizá el mas fuerte de todos los ruidos.”
lunes, 5 de marzo de 2012
no queda mas que vientc
Por El hombre que le puso ruedas a su cama.
"no queda mas que viento"
imaginante situación busca perfección quiere aventura maravillosa
Comenzó con una ofensa; algunos caerán en el irremediable(prejuicios y falacias) que él tanto se cansaba de explicar y defender; se trataba de una simple aventura: A esa hora de la mañana tener la camisa desabrochada y ganas de caminar hasta el infinito, se tornaba algo excepcional lleno de buenos recuerdos.
Disfrutó de no pensarlo debido a lo veloz de su atino que no le brindó preludio encontrándose repentinamente ante dos pendejas; bien jugozas diría el mejor recolector frutihortícola de la ciudad...
Inmediatamente dijo: Hellouu (en un tono casi incomprensible), estando ya muy cerca de ambas enunció:
Vengo vacío a ustedes(pero pensó un brevisimo instante: !Que estaba haciendo¡) y memoria le regaló una una sorpresa tan deliciosa como "el despuntar del rocio sobre las lenguas mas secas" y repitió sin perder mas tiempo:
Vengo vacío chicas
pero lleno de ganas
de pasear con ustedes
-lleno de ganas+ de que yo las invite
a tomar un helado y
ustedes elijan los gustos
-lleno de ganas+ de saber las palabras justas
para seducirlas ,
Así que quieran cerrar sus ojos
y viajemos juntos
creando el lugar que mas nos guste!
Las jóvenes rieron de él y lo ridiculizaron solo un poco, al breve tiempo de esto cuando aún era un ruido y no un contagio, él insistió con la idea del helado y ellas accedieron.
Nadie sabe a ciencia cierta qué les dijo en la heladería, lo único confesado por las pendejas fue:
Nos sentamos en la mesa y al momento de elegir sacó tres palitos de la selva y nos propuso ir al bar, nos dijo que los palitos eran una experiencia mas dulce y deliciosa que el helado. Disfruté del sabor y sentí que había tenido la mejor decisión de mi vida, (sí era hermoso acotó la otra pendeja). Comimos el palito de la selva y caminamos extaseados al bar por los campos de sabores que separan el sabor blanco del rosado. Nos sentamos en el bar, bebimos un vaso de vodka entre nosotras dos aunque casi sin intentarlo nos convence de que bebamos uno cada una, él bebió "whiskie del mas caro pero menos de $20", no llego a probarlo que estaba besando suave y furiosamente a mi amiga. No hay explicasiones nos despertamos al otro día aún encantados y con los deliciosos restos de una partuza.
Quiso pasearse en su imaginación pero no lo hizo. !Algo no estaba como él quería! La frase que les dijo a las pendejas sí era eso: esa frase era muy especial y la había hecho para otra persona. acongojado y cegado estaba cuando repentinamente sintió un alivio, sintió una solución: !iba a tener que inventar algo mucho mejor para esta mujer que aún ronda en su cabeza.
"no queda mas que viento"
imaginante situación busca perfección quiere aventura maravillosa
Comenzó con una ofensa; algunos caerán en el irremediable(prejuicios y falacias) que él tanto se cansaba de explicar y defender; se trataba de una simple aventura: A esa hora de la mañana tener la camisa desabrochada y ganas de caminar hasta el infinito, se tornaba algo excepcional lleno de buenos recuerdos.
Disfrutó de no pensarlo debido a lo veloz de su atino que no le brindó preludio encontrándose repentinamente ante dos pendejas; bien jugozas diría el mejor recolector frutihortícola de la ciudad...
Inmediatamente dijo: Hellouu (en un tono casi incomprensible), estando ya muy cerca de ambas enunció:
Vengo vacío a ustedes(pero pensó un brevisimo instante: !Que estaba haciendo¡) y memoria le regaló una una sorpresa tan deliciosa como "el despuntar del rocio sobre las lenguas mas secas"
Vengo vacío chicas
pero lleno de ganas
de pasear con ustedes
-lleno de ganas+ de que yo las invite
a tomar un helado y
ustedes elijan los gustos
-lleno de ganas+ de saber las palabras justas
para seducirlas ,
Así que quieran cerrar sus ojos
y viajemos juntos
creando el lugar que mas nos guste!
Las jóvenes rieron de él y lo ridiculizaron solo un poco, al breve tiempo de esto cuando aún era un ruido y no un contagio, él insistió con la idea del helado y ellas accedieron.
Nadie sabe a ciencia cierta qué les dijo en la heladería, lo único confesado por las pendejas fue:
Nos sentamos en la mesa y al momento de elegir sacó tres palitos de la selva y nos propuso ir al bar, nos dijo que los palitos eran una experiencia mas dulce y deliciosa que el helado. Disfruté del sabor y sentí que había tenido la mejor decisión de mi vida, (sí era hermoso acotó la otra pendeja). Comimos el palito de la selva y caminamos extaseados al bar por los campos de sabores que separan el sabor blanco del rosado. Nos sentamos en el bar, bebimos un vaso de vodka entre nosotras dos aunque casi sin intentarlo nos convence de que bebamos uno cada una, él bebió "whiskie del mas caro pero menos de $20", no llego a probarlo que estaba besando suave y furiosamente a mi amiga. No hay explicasiones nos despertamos al otro día aún encantados y con los deliciosos restos de una partuza.
Quiso pasearse en su imaginación pero no lo hizo. !Algo no estaba como él quería! La frase que les dijo a las pendejas sí era eso: esa frase era muy especial y la había hecho para otra persona. acongojado y cegado estaba cuando repentinamente sintió un alivio, sintió una solución: !iba a tener que inventar algo mucho mejor para esta mujer que aún ronda en su cabeza.
Él estaba buscando a su princesa. y la única forma que tenia de encontrarla.
Era haciendo el amor.
martes, 7 de febrero de 2012
Juguemos a que no nos queremos
Por J.C.C.
Manguereamos el deseo a falta de calcio en la espina dorsal. Patinamos con la circunstancia y caímos por un tobogán de chapa hirviendo. Rodamos, tontos, sobre las hormiguitas con piernas en punta de pie intentando no levantar el pasto pisado por los perros del pasado.
Sacamos a pasear los recuerdos pero sin tomarlos de la mano.
Educados, esperaron en la esquina para cruzar al parque del entusiasmo.
Aventurados, acariciamos despacito por detrás la espalda del olvido.
Temblamos automáticos y atendimos la consecuencia.
Confundimos sudor con lágrima, desenlace con secuela, odio con amor (o cási), sonrisa con cómplice, saliva con el I.V.A., cortina con la noche, pelos con cara con pechos con tacos con piso con huesos con la comida y el agua del gato.
…
Entendemos.
No lo decimos.
Sobrevolamos.
Seguimos, nos pasamos y no volvemos.
…
Nos queremos, está claro.
Nos odiamos, parte del pasado.
Olvidamos, solo por un rato.
…
Los sabores se caen, en consistencia y velocidad; Como un matecocido con leche que se deja enfriar al descuido de la mesa. Se espesa, se pega, se cubre con un manto frío que lo tapa todo (la gordura según mi madre). Nos envuelve, nos separa. Nos apuñala la cuchara con botines de charol lácteo que hace pie en el fondo de la taza. Se adhiere a nuestros labios y nos avergüenza.
Nos calla.
Nos incomoda.
Nos odia.
Nos odiamos.
Nos vamos.
...
Hasta siempre y nunca mas.
...
Hasta siempre y nunca mas.
miércoles, 18 de enero de 2012
EL ABANICO
Por Ali Alvo
Gracias a sus habilidades con la pluma, todos los días fabricaba un abanico de palabrejas ampulosas, rechonchas, tristes como unas gárgolas descoloridas y lo lucía, pavonéandose ante su acobardada audiencia.
martes, 17 de enero de 2012
Tuve una clara intuición del origen de todas las cosas y no es para tanto
Por Juan Gabriel González.
La Casa Luminosa estaba en ninguna parte y en todas a la vez. El Padre,
un anciano malhumorado, gobernaba con mano de hierro a un montón de
chiquillos permanentemente aburridos, porque en la Casa Luminosa sólo
había reglas, y la primera de ellas prohibía todo tipo de diversión. Cuando
los niños preguntaban por su mamá, sólo recibían como respuesta la mirada
llameante del Tirano. Todo en la casa revelaba la ausencia de una mano
femenina: su carencia de adornos, de cortinas, de cualquier detalle que pudiera
alegrar la vista y matizar la espartana austeridad reinante, que parecía emanar
directamente del amo.
La segunda regla prohibía abrir las ventanas. Los niños tenían gran
curiosidad, ya que no sabían qué había fuera de la casa. Por más que forzaban
la vista, no lograban percibir cosa alguna en el exterior. Así como blanca era la
casa, negro era el vecindario; el color más negro y compacto que uno podría
imaginarse.
El más travieso de los niños tomó coraje un día y preguntó al patriarca:
- ¿Qué hay fuera de la casa, Padre?
- Nada. O si prefieren, la Nada. Es algo absolutamente desagradable
e inconveniente para los niños. Por eso tienen prohibido asomar
su nariz fuera de la ventana. ¡Y no me hagan repetírselo!
El Anciano no se hubiera atrevido a confesarlo, pero la Nada era el
origen de su permanente malhumor. De hecho, se ponía peor cuando se daba
cuenta de que se hacía mala sangre por nada. Le hubiera gustado eliminar a
la Nada, y también, si lo forzaban un poco a confesarlo, a los niños. ¡Eran una
verdadera lata! En realidad, le parecía que lo más decente era que existiera
sólo Él, y no hubiera más que luz por todas partes. Pero también había
pensado que para mantener su individualidad necesitaba de otros individuos.
Y para que hubiera luz tenía que haber tinieblas. ¿Cuándo se había percatado
de todo eso? Ya no se acordaba. La gente no se da cuenta de lo difícil que es
estar al mando. ¡Qué cruz! Si hubiera alguien más para echarle la culpa de este
perpetuo aburrimiento…¿A quién se le ocurrió que la Existencia era la gran
cosa? Y así seguía, sumido en su Augusta depresión.
El niño travieso había heredado como ningún otro la genialidad del Padre.
Así, decidido a salir del perpetuo aburrimiento, inventó el primer juguete que
haya existido: una honda. Rodeado por sus curiosos hermanitos, buscó el
objeto que habría de servir como primer proyectil. Desprendió un dorado botón
del traje de etiqueta del Padre, y lo colocó ceremoniosamente en la honda.
Todos contuvieron la respiración cuando el pequeño comenzó a estirar y estirar
la goma que sujetaba al botón. Unos segundos después, el proyectil salía como
una bala, cruzaba el amplio salón y penetraba en las tinieblas por un pequeño
agujero redondo que acababa de hacer en el vidrio de la ventana.
Los niños contemplaron absortos hacia la noche eterna que acababa
de ser penetrada por un objeto brillante. La masa negra pareció comprimir
hasta al infinito al pequeño botón, que estalló con increíble violencia. Luego
de este sorprendente acontecimiento sólo quedó flotando, frente a los amplios
ventanales luminosos, un sutil vapor, que pronto se condensó en una infinidad
de pequeñísimos puntitos de materia. Los fragmentos más grandes brillaban,
perforando el inmenso vacío negro, mientras que los más pequeños giraban en
torno a los mayores.
Desde su habitación, el Padre observó atónito el resultado de la travesura.
Cuando estaba por estallar su cólera tonante, su Omnisciencia le presentó
un espectáculo increíblemente agradable. Por primera vez el júbilo lo invadió,
y si hubiera podido, habría ido a besar al travieso. Pero se contuvo, por una
cuestión de principios. Mientras, desfilaba ante sus ojos la sucesión temporal
recién creada por el botón y la Nada. Veía multitudes de seres similares a Él,
pero pequeños e insignificantes como bacterias. Y esos seres venían a rogarle,
se arrastraban a sus pies, le hacían ofrendas, y así interminablemente, por los
siglos de los siglos. Y podía castigarlos una y otra vez, y matarlos por millones,
con la peste, las guerras, el hambre, las inundaciones. Y eran tantos y tan
tenaces, que podían soportar un desastre tras otro y seguir adorándolo. ¡Era el
Paraíso!
Aunque en escala menor, los niños también podían concebir el futuro del
universo que el travieso había creado.
- ¡¿ Pero qué hiciste, hermanito?!, dijo Mansaluz.
- Me parece que me mandé una macana, respondió Lucifer.
La Casa Luminosa estaba en ninguna parte y en todas a la vez. El Padre,
un anciano malhumorado, gobernaba con mano de hierro a un montón de
chiquillos permanentemente aburridos, porque en la Casa Luminosa sólo
había reglas, y la primera de ellas prohibía todo tipo de diversión. Cuando
los niños preguntaban por su mamá, sólo recibían como respuesta la mirada
llameante del Tirano. Todo en la casa revelaba la ausencia de una mano
femenina: su carencia de adornos, de cortinas, de cualquier detalle que pudiera
alegrar la vista y matizar la espartana austeridad reinante, que parecía emanar
directamente del amo.
La segunda regla prohibía abrir las ventanas. Los niños tenían gran
curiosidad, ya que no sabían qué había fuera de la casa. Por más que forzaban
la vista, no lograban percibir cosa alguna en el exterior. Así como blanca era la
casa, negro era el vecindario; el color más negro y compacto que uno podría
imaginarse.
El más travieso de los niños tomó coraje un día y preguntó al patriarca:
- ¿Qué hay fuera de la casa, Padre?
- Nada. O si prefieren, la Nada. Es algo absolutamente desagradable
e inconveniente para los niños. Por eso tienen prohibido asomar
su nariz fuera de la ventana. ¡Y no me hagan repetírselo!
El Anciano no se hubiera atrevido a confesarlo, pero la Nada era el
origen de su permanente malhumor. De hecho, se ponía peor cuando se daba
cuenta de que se hacía mala sangre por nada. Le hubiera gustado eliminar a
la Nada, y también, si lo forzaban un poco a confesarlo, a los niños. ¡Eran una
verdadera lata! En realidad, le parecía que lo más decente era que existiera
sólo Él, y no hubiera más que luz por todas partes. Pero también había
pensado que para mantener su individualidad necesitaba de otros individuos.
Y para que hubiera luz tenía que haber tinieblas. ¿Cuándo se había percatado
de todo eso? Ya no se acordaba. La gente no se da cuenta de lo difícil que es
estar al mando. ¡Qué cruz! Si hubiera alguien más para echarle la culpa de este
perpetuo aburrimiento…¿A quién se le ocurrió que la Existencia era la gran
cosa? Y así seguía, sumido en su Augusta depresión.
El niño travieso había heredado como ningún otro la genialidad del Padre.
Así, decidido a salir del perpetuo aburrimiento, inventó el primer juguete que
haya existido: una honda. Rodeado por sus curiosos hermanitos, buscó el
objeto que habría de servir como primer proyectil. Desprendió un dorado botón
del traje de etiqueta del Padre, y lo colocó ceremoniosamente en la honda.
Todos contuvieron la respiración cuando el pequeño comenzó a estirar y estirar
la goma que sujetaba al botón. Unos segundos después, el proyectil salía como
una bala, cruzaba el amplio salón y penetraba en las tinieblas por un pequeño
agujero redondo que acababa de hacer en el vidrio de la ventana.
Los niños contemplaron absortos hacia la noche eterna que acababa
de ser penetrada por un objeto brillante. La masa negra pareció comprimir
hasta al infinito al pequeño botón, que estalló con increíble violencia. Luego
de este sorprendente acontecimiento sólo quedó flotando, frente a los amplios
ventanales luminosos, un sutil vapor, que pronto se condensó en una infinidad
de pequeñísimos puntitos de materia. Los fragmentos más grandes brillaban,
perforando el inmenso vacío negro, mientras que los más pequeños giraban en
torno a los mayores.
Desde su habitación, el Padre observó atónito el resultado de la travesura.
Cuando estaba por estallar su cólera tonante, su Omnisciencia le presentó
un espectáculo increíblemente agradable. Por primera vez el júbilo lo invadió,
y si hubiera podido, habría ido a besar al travieso. Pero se contuvo, por una
cuestión de principios. Mientras, desfilaba ante sus ojos la sucesión temporal
recién creada por el botón y la Nada. Veía multitudes de seres similares a Él,
pero pequeños e insignificantes como bacterias. Y esos seres venían a rogarle,
se arrastraban a sus pies, le hacían ofrendas, y así interminablemente, por los
siglos de los siglos. Y podía castigarlos una y otra vez, y matarlos por millones,
con la peste, las guerras, el hambre, las inundaciones. Y eran tantos y tan
tenaces, que podían soportar un desastre tras otro y seguir adorándolo. ¡Era el
Paraíso!
Aunque en escala menor, los niños también podían concebir el futuro del
universo que el travieso había creado.
- ¡¿ Pero qué hiciste, hermanito?!, dijo Mansaluz.
- Me parece que me mandé una macana, respondió Lucifer.
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