No sabemos como llegaste aquí, ni lo que estas buscando, pero esto es con lo que te vas a encontrar

martes, 30 de noviembre de 2010

Trueque de pasajes.

Por Juan Carlos Carroña.

Capítulo 1


Trueque de pasajes.





 Alguna hora de la siesta… El sol la encontraba sin problemas, no existían escondites para ella. La veía debajo de los árboles, de techitos y garitas de colectivo. A través de las nubes le apuntaba con los ojos cerrados, siempre preciso, siempre eficaz, el mas rápido de la vía láctea… Los impactos entraban y salían a la velocidad de la luz sin tocarle órganos vitales, sólo sentía el ardor, y a su panza pesada luego del almuerzo ambulante… Algún pedito quizás cada dos cuadras reafirmaba la gaseosa Light en exceso, ella imaginaba por instantes la carrera en onda verde sobre la avenida vertebral bajo sus ropas sueltas, seguramente la flatulencia luego se elevaría hasta la estratosfera pues ningún gas podría sobrevivir en su forma estable al cruzar una de esas calles al rojo vivo…


 Sentía que los cordones eran cuarzos gigantes y la ciudad una gran estufa que debía atravesar sin quedarse pegada…


 Justamente, estaba bajando un cordón cuando por alguna extraña razón física que tiene que ver con la cinética, su camisa quedó quieta mientras el cuerpo descendió hasta tocar las axilas con los pliegues de las mangas, contagiándolas de un sudor inédito para ella… Decidió sacársela; llevaba un strapless, la dobló de manera antiarrugas y así la llevó, contenta y a cocoyito sobre su hombro.


 Continuó pisando sombras en el camino y saltando manguereadas de patios y cocheras que vomitaban por debajo de los portones del barrio adormecido… Sentía tanta sed en la boca que al ver el agua corriendo por la vereda, tan cristalina, tan transparente que se apreciaba el suelo detrás de ella… Sólo cemento, cemento y agua potable recién manguereada. Tomó un poco con las mano pero no se animó a beberla, luego de una mueca sólo se mojó la cara con fuerza < Si me viera mi madre, pensó >;. La mejoría fue sustancial y el problema ahora se transformó en secarse el rostro sin usar la camisa que cuidadosamente había sido doblada en forma rectangular y colocada debajo del cinto para que no cayese al agua instantes atrás… Sin muchas vueltas, aprovechó la propiedad absorbente de sus manos y cíclicamente la parte interna de sus bolsillos de jeam, el calor y su hija la evaporación se encargarían de los detalles menores.


 Encendió un pucho para olvidar el calor que cruzaba la calle < Reflexionó que lo mismo hacía en crudo invierno con la ilusión de que la ceniza le transmitiera alguna caloría, dejó de pensar para no sacar conclusiones, hablo de las conclusiones que sacaría su madre acerca del daño que hace fumar>.


 Según sus cálculos finalmente estaba llegando, es increíble lo que te puede costar llegar a este lugar, una página es un regalo…




Capítulo 2


Letargo cruel.





 Se trataba de una casa, claro, otra de las caras del inquilino, era como un boomerang que sostenía toda la esquina. Larga, quebrada a la mitad, pero muy fina, nunca podría pensarse en cuestiones de fondo en esa casa, se trataba de puro frente, toda la obra a la vista, honestidad y sinceridad si querés. Las dos caras con su respectiva puerta, la primera brillante a esta hora, con su pequeño timbre a la altura de un mendigo mayor, o dos niños muy habilidosos, un techito pequeño también como para ayudar a las cejas al salir de repente y dos planteras muy grandes con abandono y pasto. Del otro lado la otra mejilla… El cordón estaba pintado de un amarillo anorexia por lo que ningún vehículo se le animaba al borde de la infracción, los pasto conquistaban las baldosas flojas < Hijas de puta en días de lluvia ! > y desprevenidas que adornaban los pies de un portón sin mucho chiste y definitivamente sin mucho uso... Rojo, a ella le encantaba el rojo, llevaba una tanga a tono...

 La casa dual no respondía, el timbre no se escuchó!. El calor elevó sus puños hasta que estallaron los nudillos en medio de la puertecita, el techito le devolvía la puteada como eco, las lágrimas le nacían en la nuca y mojaban sus ojos de sudor mientras trataba de deducir y conectar los puntos del vidrio esmerilado hasta formar la figura que se mecía detrás, se acercaba, se definía como contorno humano, un contorno obeso, petiso, que rengueaba pausadamente escribiendo un “;” con los pies… Ella decidió borrar las líneas de sudor que sobresalían de su cara hervida y colorearla con una sonrisa… No sirvió de mucho, la empleada doméstica de contorno dilatado le ofreció el baño inmediatamente luego del saludo.


 Canilla, Agua fría, trago largo, muy largo, boca extasiada… Canilla, agua fría, mano caliente, agua templada, cara hirviendo, agua caliente, pileta; Mas agua fría, mano templada, cara hirviendo, agua caliente, pileta, agua fría cara hirviendo pileta, agua fría cara hirviendo, agua fría cara hervida, cara hervida, agua fría, agua fría… cara a baño maría pero relajada, espejo, camisa salpicada, falda salpicada pero relajada, espejo, estirar pelitos, prensar con colita, espejo, perfil derecho, espejo, perfil izquierdo, hufffffff !!


 A través de la ventana del baño se escuchaba a la señora golpeando hoyas contra la rejilla de la cocina, seguramente el fuego estaba quemando algo, pobre, no le gustaría estar en su lugar < Razonó >, sentía una leve pena por la comida quemada luego de lo que había sentido en el camino se compadecía con ella… Pasó el letargo y comenzó a ubicarse, estaba debajo y sobre los vapores rociados por el desodorante que custodia al inodoro, inodoro que despedía partículas invisibles que alguna ves fueron parte del contorno de esa gorda mujer, fueron parte de esa cacerola violentada y ahora son parte de la repugnancia/adrenalítica que la despide fuera del baño apresuradamente y la obliga a cerrar la puerta aguantando la respiración. < Ella comienza a pensar que quizás el timbre funcione bien y que el problema esté en el intestino de la señora >.


 De la cocina viene el recuerdo al almuerzo ambulante < incompleto por cierto >, y una voz que le pide se ponga cómoda, y algo de beber…





Capítulo 3


Trilogía sobre trípode.



 Agradeció a dios el vaso con hielo antes que a nadie… Lo bebió en el mismo movimiento que la depositaba en el sillón de espera…

 Mientras se secaba el bigote helado con la mano apareció un anciano por la pieza contigua, con él un enjambre de olor a viejo mezclado con hospital que le zumbaba en las fosas nasales, < Te estuve esperando Lucía, dijo el hombre de años cumplidos > se paró para saludarlo y en el movimiento le echó un ojo al cuarto del señor… Bibliotecas sostenían el techo, un tocadiscos acariciaba los relieves de un tango con el que los recuerdos bailaban colgados de las paredes empapeladas… No tardó en invitarla a pasar…

 Ella lo sentía familiar, el viejo le latía al padre, al abuelo que no llegó a conocer… Lo observaba mientras se desplazaba con la ayuda de su bastón, punta de marfil, mango de metal, mano arrugada, pies se arrastraban…
 Escuchaba los 3 pasitos a la vez, el hombre estaba sostenido por 3 piernas, "seguro" sobre su trípode de carne.

Imaginaba los kilómetros y los kilos a los que estaba pegado ese marfil blanco, impune y gastado…

Imaginaba que ese bastón no era ni más ni menos que la pierna en el culo con la que tanto soñó, la seguridad que anhelaba desde pequeña,  la cola que se cobró la evolución, el caer del subi-baja del cielo sobre un pan de azúcar gigante con olor a papá y garrapiñadas mezcladas con helado y muñecas en navidad…

Imaginaba al viejo sostenido por una vida de conjeturas que saciaban su alma terrenal, con 3 piernas que formaban una pirámide de existencialismo indestructible, una pirámide que sostenía en lo mas alto de su humanidad a este ser en descomposición como ofrenda…

Imaginaba las charlas, el silencio, la juventud que había dejado atrás, los valores en jaque-mate entre las torres de alta tensión y las antenas de celulares, la paranoia que no transpiraba el hombre, lo repetitivamente insostenible que seria vivir tantos años…

Imaginaba muchas cosas hasta que vio la foto de su madre embarazada, distinguida en la mesita de luz…

Calores, sudores, temblores, asfixias, dolores, escalofríos, cegueras, desmayos, descomposturas y pánicos se entremezclaron con sus células mientras tomaba asiento de frente a la revelación…



Al verle la cara el viejo comenzó a reírse a carcajadas, ella sentía que no era su primera vez…



Trueque de pasajes.

Por Juan Carlos Carroña.

Capítulo 1

Trueque de pasajes.




 Alguna hora de la siesta… El sol la encontraba sin problemas, no existían escondites para ella. La veía debajo de los árboles, de techitos y garitas de colectivo. A través de las nubes le apuntaba con los ojos cerrados, siempre preciso, siempre eficaz, el mas rápido de la vía láctea… Los impactos entraban y salían a la velocidad de la luz sin tocarle órganos vitales, sólo sentía el ardor, y a su panza pesada luego del almuerzo ambulante… Algún pedito quizás cada dos cuadras reafirmaba la gaseosa Light en exceso, ella imaginaba por instantes la carrera en onda verde sobre la avenida vertebral bajo sus ropas sueltas, seguramente la flatulencia luego se elevaría hasta la estratosfera pues ningún gas podría sobrevivir en su forma estable al cruzar una de esas calles al rojo vivo…



 Sentía que los cordones eran cuarzos gigantes y la ciudad una gran estufa que debía atravesar sin quedarse pegada…



 Justamente, estaba bajando un cordón cuando por alguna extraña razón física que tiene que ver con la cinética, su camisa quedó quieta mientras el cuerpo descendió hasta tocar las axilas con los pliegues de las mangas, contagiándolas de un sudor inédito para ella… Decidió sacársela; llevaba un strapless, la dobló de manera antiarrugas y así la llevó, contenta y a cocoyito sobre su hombro.



 Continuó pisando sombras en el camino y saltando manguereadas de patios y cocheras que vomitaban por debajo de los portones del barrio adormecido… Sentía tanta sed en la boca que al ver el agua corriendo por la vereda, tan cristalina, tan transparente que se apreciaba el suelo detrás de ella… Sólo cemento, cemento y agua potable recién manguereada. Tomó un poco con las mano pero no se animó a beberla, luego de una mueca sólo se mojó la cara con fuerza . La mejoría fue sustancial y el problema ahora se transformó en secarse el rostro sin usar la camisa que cuidadosamente había sido doblada en forma rectangular y colocada debajo del cinto para que no cayese al agua instantes atrás… Sin muchas vueltas, aprovechó la propiedad absorbente de sus manos y cíclicamente la parte interna de sus bolsillos de jeam, el calor y su hija la evaporación se encargarían de los detalles menores.



 Encendió un pucho para olvidar el calor que cruzaba la calle .



 Según sus cálculos finalmente estaba llegando, es increíble lo que te puede costar llegar a este lugar, una página es un regalo…





Capítulo 2




Letargo cruel.




 Se trataba de una casa, claro, otra de las caras del inquilino, era como un boomerang que sostenía toda la esquina. Larga, quebrada a la mitad, pero muy fina, nunca podría pensarse en cuestiones de fondo en esa casa, se trataba de puro frente, toda la obra a la vista, honestidad y sinceridad si querés. Las dos caras con su respectiva puerta, la primera brillante a esta hora, con su pequeño timbre a la altura de un mendigo mayor, o dos niños muy habilidosos, un techito pequeño también como para ayudar a las cejas al salir de repente y dos planteras muy grandes con abandono y pasto. Del otro lado la otra mejilla… El cordón estaba pintado de un amarillo anorexia por lo que ningún vehículo se le animaba al borde de la infracción, los pasto conquistaban las baldosas flojas (Hijas de puta en días de lluvia ! ) y desprevenidas que adornaban los pies de un portón sin mucho chiste y definitivamente sin mucho uso... Rojo, a ella le encantaba el rojo, llevaba una tanga a tono...


 La casa dual no respondía, el timbre no se escuchó!. El calor elevó sus puños hasta que estallaron los nudillos en medio de la puertecita, el techito le devolvía la puteada como eco, las lágrimas le nacían en la nuca y mojaban sus ojos de sudor mientras trataba de deducir y conectar los puntos del vidrio esmerilado hasta formar la figura que se mecía detrás, se acercaba, se definía como contorno humano, un contorno obeso, petiso, que rengueaba pausadamente escribiendo un “;” con los pies… Ella decidió borrar las líneas de sudor que sobresalían de su cara hervida y colorearla con una sonrisa… No sirvió de mucho, la empleada doméstica de contorno dilatado le ofreció el baño inmediatamente luego del saludo.



 Canilla, Agua fría, trago largo, muy largo, boca extasiada… Canilla, agua fría, mano caliente, agua templada, cara hirviendo, agua caliente, pileta; Mas agua fría, mano templada, cara hirviendo, agua caliente, pileta, agua fría cara hirviendo pileta, agua fría cara hirviendo, agua fría cara hervida, cara hervida, agua fría, agua fría… cara a baño maría pero relajada, espejo, camisa salpicada, falda salpicada pero relajada, espejo, estirar pelitos, prensar con colita, espejo, perfil derecho, espejo, perfil izquierdo, hufffffff !!



 A través de la ventana del baño se escuchaba a la señora golpeando hoyas contra la rejilla de la cocina, seguramente el fuego estaba quemando algo, pobre, no le gustaría estar en su lugar , sentía una leve pena por la comida quemada luego de lo que había sentido en el camino se compadecía con ella… Pasó el letargo y comenzó a ubicarse, estaba debajo y sobre los vapores rociados por el desodorante que custodia al inodoro, inodoro que despedía partículas invisibles que alguna ves fueron parte del contorno de esa gorda mujer, fueron parte de esa cacerola violentada y ahora son parte de la repugnancia/adrenalítica que la despide fuera del baño apresuradamente y la obliga a cerrar la puerta aguantando la respiración.  Ella comienza a pensar que quizás el timbre funcione bien y que el problema esté en el intestino de la señora.



 De la cocina viene el recuerdo al almuerzo ambulante ,incompleto por cierto, y una voz que le pide se ponga cómoda, y algo de beber…






Capítulo 3




Trilogía sobre trípode.




 Agradeció a dios el vaso con hielo antes que a nadie… Lo bebió en el mismo movimiento que la depositaba en el sillón de espera…

 Mientras se secaba el bigote helado con la mano apareció un anciano por la pieza contigua, con él un enjambre de olor a viejo mezclado con hospital que le zumbaba en las fosas nasales, se paró para saludarlo y en el movimiento le echó un ojo al cuarto del señor… Bibliotecas sostenían el techo, un tocadiscos acariciaba los relieves de un tango con el que los recuerdos bailaban colgados de las paredes empapeladas… No tardó en invitarla a pasar…

 Ella lo sentía familiar, el viejo le latía al padre, al abuelo que no llegó a conocer… Lo observaba mientras se desplazaba con la ayuda de su bastón, punta de marfil, mango de metal, mano arrugada, pies se arrastraban…
 Escuchaba los 3 pasitos a la vez, el hombre estaba sostenido por 3 piernas, "seguro" sobre su trípode de carne.

Imaginaba los kilómetros y los kilos a los que estaba pegado ese marfil blanco, impune y gastado…

Imaginaba que ese bastón no era ni más ni menos que la pierna en el culo con la que tanto soñó, la seguridad que anhelaba desde pequeña,  la cola que se cobró la evolución, el caer del subi-baja del cielo sobre un pan de azúcar gigante con olor a papá y garrapiñadas mezcladas con helado y muñecas en navidad…

Imaginaba al viejo sostenido por una vida de conjeturas que saciaban su alma terrenal, con 3 piernas que formaban una pirámide de existencialismo indestructible, una pirámide que sostenía en lo mas alto de su humanidad a este ser en descomposición como ofrenda…

Imaginaba las charlas, el silencio, la juventud que había dejado atrás, los valores en jaque-mate entre las torres de alta tensión y las antenas de celulares, la paranoia que no transpiraba el hombre, lo repetitivamente insostenible que seria vivir tantos años…

Imaginaba muchas cosas hasta que vio la foto de su madre embarazada, distinguida en la mesita de luz…

Calores, sudores, temblores, asfixias, dolores, escalofríos, cegueras, desmayos, descomposturas y pánicos se entremezclaron con sus células mientras tomaba asiento de frente a la revelación…





Al verle la cara el viejo comenzó a reírse a carcajadas, ella sentía que no era su primera vez…




lunes, 8 de noviembre de 2010





 Olvidé me cago en pachamama,
y ella me da un arbol 
mcep y ella me da una flor,
mcep pero no hay rencor,
mcep pero nunca he de c sin contemplar su esplendor.
 Quizas en mi esté la magia de la  percepción.
 Cómo no arrodillarme ante tal creación
si de mi mas triste desperdicio un hermoso aroma 
que a pinceladas ciertas mi paisaje pintó,
a tan solo un suspiro pachamama me regaló.

Por NN

El Pasillo.

Por Juan Carlos Carroña.



 
 El portero había repasado en lavandina el pasillo, no era caminar y llegar, ni transitorio el momento… Se trataba, mas bien, de una pequeña aventura el atravesar ese corredor, levitando de alergia al remedio higiénico y clorado...  

 Había amanecido en un día “extraño”, raro, misterioso, singular, sorprendente... vieron!, que los humanos agarramos siempre las cosas y las tratamos de meter en algún nombre, en alguna definición que nos suene familiar o por lo menos sirva para transportar esa cosa hasta encontrar otra "bolsa" mas fuerte, con otro título adherido al sentido... viste? si no agarramos letras y las acomodamos en palabras, nos la pasamos agrupando sentimientos y sensaciones para explicarlos de alguna forma, contarlos en algún idioma o sentirlos en alguna otra persona para que sean de verdad...

Que tontos somos...


 En esencia, el día era algo “extraño”, por así decirlo; No me cabía en ningún registro de acontecimientos normales de un día, no parecía ni lunes ni martes ni miércoles ni jueves ni domingo ni viernes, y ahí estaba yo:
 Caminando por el pasillo de paredes color crema rancia y vapores antibacterianos que se expandían hasta ocupar todo el volumen de mi caja toráxica… Preguntándome, recursando los recuerdos de una mañana inentendible, inexplicable e "inagrupable"...  Tocando el timbre de lo que creía, era el departamento de alguien que suponía, iba a estar esperándome…


... De todas formas no estaba preocupado, cualquier cosa que sucediese solo se amoldaría al día sin más condecoraciones dentro de la bolsa arpillera que entendemos por “extraño”...


 Que iluso...


 La puerta se abrió, saludé de reflejo con un beso -mis pensamientos inútiles siempre se acumulan de tal forma en estos momentos de tensión que estallan dejando al descubierto el piloto automático de pibe de barrio que me vendieron en la adolescencia y así sigue la nave...
  Ya saludado, sentado y consultado sobre qué beber conseguí relajar y meterme en el caparazón de nuevo; Ahora si los eventos llegaban a mí con un nivel de pureza mayor, los sentidos agudos y ya empezaba a escuchar los ruidos  como a los de las películas que me enseñaron que en la vida hay ruidos, y que en las orejas hay peajes… Ya empezaba a sentir también un olor a concha penetrante como el pasillo... pero no feo, ojo!, algo así como enzimático, diría dulce si no fuera que estoy comiendo un caramelo el cual está presentando una carta-documento en la sección lengua alegando que dulce pertenece a otro gremio, haciendo su descargo enojadísimo por la comparación y el tiempo perdido en la cola… en fin, el olor rápidamente se hizo parte de la casa, como el gato y la TV colgada en esos fierros negros arriba de la puerta del baño... es una muy mala idea ponerla ahí.  (Nota: A la tele.)


 Parpadeen, pausa, yo hice lo mismo, y ahí nomas comenzó la entrevista, el pibe de barrio apareció con su capa por la ventana y ahí va la nave ahí va
 Cogimos con normalidad, sin sobresaltos ni desencuentros y ya enmascarados y satisfechos me preguntó : ¿Para vos qué es estar loco?...
 Por un momento quedé tildado pues no sabia si responder que es una enfermedad, una consecuencia del agrupamiento explicativo que hacemos los humanos, una medida alternativa a una pena privativa de la libertad o si solo es un síntoma mas de la vida... como el miedo epidémico que está empezando a contagiar todo mi cuerpo en el final de este día “       ”.


 Pero entonces, mientras meditaba, comencé a verla extremadamente atenta, cercándose en la vigilia de mi respuesta, disponiendo de todo su ser, no solo las orejas y una porción abundante de cerebro…
 Ahí entendí que eso no era una pregunta -Mis ojos se abrieron -, ERA UN PASILLO, otro pasillo mas, una consigna… Tenia su olor, su puerta, su botón; Traté de despegarme de todo para explicarle exactamente qué es la locura, dejar de lado mi nombre, al pibe de barrio, mis escuelas y mis historias, mi cara y mis verdades de plastilina… Caminé hasta el final de ese corredor dejando las ropas de humano hasta llegar al timbre donde supuestamente me estaba esperando a mi mismo... y así fué. La puerta se abrió, saludé de reflejo... como yo soy mellizo encontrarme con un tipo igual a mi no me impresionó demasiado así que me senté, no parpadié, y comenzó mí entrevista... El miedo no se hizo esperar, cuanto mas buscaba dentro mío mas profunda la inexistencia, eterna si querés, mas peligroso el saber y mas "necesario" también, al contrario de las palabras que abandoné en el pasillo junto con mis ropas, como a los pañales en su momento…



El letargo fue rigor...

 
Parpadee, yo lo hice antes de explicarle todo a ella... Su mirada era de respeto total, vulnerable a la revelación, perfecta, mis ojos no olvidaban ni un signo de admiración.. Quise explicarle todo junto, tomarla en mis brazos y meterme adentro suyo para mostrarle las habitaciones, hacerle el amor con la rodilla y cortarle las piernas para que vea que no son importantes, que caminar solo la aferraba al mismo lugar… Quise mostrarle el mundo que no reflejaba el espejo de su sonrisa, que el tiempo no importa, que el lugar tampoco, porque la inteligencia era el cuerpo y no esa bolsa de carne y huesos que la mantiene a la altura de la cabeza… Ella solo asimilaba, tenia los ojos conectados en mí, entonces se los saqué para que pueda verlo, fue hermoso, nos abrazamos lo mas fuerte que pudimos mientras cubríamos el último vestigio del día con las sábanas blancas que nos absorbieron en cada gota... 

Estábamos al fin solos… Lejos, atrás... Los olores, los barrios y cualquier pasillo que vayamos a tomar…