"Como bien sabes, no podría contarte todo porque tendría que dejar de vivir, pero todo lo que no te cuento está en los espacios y silencios; de ellos está hecho todo aquello que no he puesto en palabras ni pondré, y que compone el misterio de la vida que intuyes".
Vivir es ensuciarse las manos, implica someterse en cierta medida a las reglas del juego injusto y jugar, hacerse parte de él, sacrificar un pedazo de alma sana para pagar la renta y comer, volverse astuto y ponerse colmillos falsos, venderse, herirse. ¿Cuál es la máxima cantidad posible de resistencia que podemos conservar? ¿Hasta dónde puede llegar nuestra oposición? ¿En qué momento aceptamos someternos o ceder un poco?.
Nos gustan aquellos otros que parecen escupir en sus frases todas las certezas, sentimos una atracción inmediata por aquellos que parecen saber algo que ignoramos y parecen saber a dónde van y parecen sostener firmes algunas respuestas. Sólo apariencias y performance. Nos adherimos un rato a su ruta trazada, y pensamos que nos gusta, creemos que nos hace sentir bien, nos da la seguridad que creíamos necesitar. Nos da miedo aceptar que vivimos en el mundo de la posibilidad y que todo es un juego basado en la creatividad, la confianza, y los sentimientos, nos da miedo tener en nuestras manos el poder de inventar, sentimos que es demasiado y nos sobrepasa, que no podemos ser tan grandes, que debe existir un dios sobre todas las cosas, porque al ver nuestras manos parecen tan frágiles. Que grande fue nuestra mente como para inventar un dios, que capaces seríamos si no le cediéramos nuestra capacidad de actuar. El poder implica responsabilidad, delegar el poder es también eximirnos de la responsabilidad, huimos de la responsabilidad, y entonces ¿cómo explico que buscamos el poder? Buscamos un falso poder, uno ficcional, aquél que no implica responsabilidad. Buscamos simular, aparentar, en realidad no dejamos de jugar, seguimos con esa inmadurez de mierda. Jugar a poder, jugar a mandar, jugar a dar órdenes, jugar a dirigir, jugar a que sabemos hacia dónde ir, sin saber nada más que jugar. No, esto necesita dar más vueltas en la cabeza.
Tantas ideas corrieron dentro de mí sin dejar rastro. Busco en medio de esta telaraña de hipocresía en la que estoy enredada, trato de encontrar uno profundo, de entre todos los huecos de hilo pegajoso que llenan el espacio, pero sólo se alcanzan a ver unos metros y después todo se vuelve de colores blancos y grises, es un ambiente denso y asfixiante, penetra las articulaciones provocando rechinidos en cada movimiento de huesos, tal y como un insecto-almuerzo. El segundo dengue no me deja dormir, me recorre las venas raspándolas por dentro con fuerza como un rastrillo que ara la tierra, me pregunto con un poco de miedo si logrará romper alguna. Me desacostumbré de escribirte, de nuevo pierdo las palabras antes de apretar las letras. Escalofríos, cansancio, es un síndrome de abstinencia causado por ella misma, por el vacío y por el asco del vacío y por la quietud que grita desesperada y harta de sí. Se va la luz y el chuveiro que funciona con ella queda como un adorno, baño frío dentro del baño oscuro, no hay nadie en la casa (me gustaría poder decir eso), del otro lado de la puerta se oyen las vocecitas de niñas que recuerdan su antiguo miedo a la oscuridad, corren juntas hacia uno de los cuartos, silencio. Baño frío dentro del baño oscuro, pero antes termino de cortarme el cabello a puro tacto, ni que necesitara el espejo para algo. Acabo de bañarme y regresa la luz, a tiempo para que salga unos segundos el chorro de agua caliente.
Todo puede gustarles, sus ansias no se sacian nunca, salivarían para siempre si fueran inmortales. Algún día después de disolver el sobre de gelatina en el agua burbujeante la mirada entrará en las sintonías centellantes de una luz que atardece y arde anaranjada entre mis pestañas cada cien días, el posillo tocará el piso lentamente porque las caídas son lentas bajo esta iluminación cálida, el piso se cubre de un líquido morado reflector de brillos amarillos, lentamente, muy lentamente, hasta tocar sutilmente la planta de uno de tus pies. Desaparece la cocina y evito entrar en paisajes, las gotitas de sentimientos a veces tienen la misma potencia que las de LSD. La música pisotea las palabras mientras el ambiente pierde su vibración poderosa y va quedándose dormido con los sonidos que nacen entre la tarde y la noche.