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miércoles, 27 de agosto de 2025

Ese día lo supe

 


Ese día lo supe, no fue solo un pensamiento, lo sentí en la piel, desde adentro. Algo me iba a pasar antes de irme.

Eran las 5 de la tarde y se estaban yendo los últimos compañeros de la oficina. Siempre me quedo solo al final del día, cierro las ventanas, la puerta del fondo, pongo la alarma y apago las luces.

Hace una semana escuché una conversación, cuando volvía de cerrar la puerta del fondo. Me frené y traté de percibir de dónde venían las voces, [ en el piso de abajo, hay varios locales] debe haber mucha gente, pensé.

Fui a la oficina del fondo y cuando abrí la puerta, las voces se apagaron súbitamente, fue raro, como si alguien me hubiera visto, sentí la mirada, estaban ahí pero no se dejaban ver.

Mi cuerpo no me respondía, y me esforcé por pensar que eran voces que llegaban de abajo, era inevitable sentir la mirada silenciosa, tenía los brazos entumecidos.

Me quería convencer de que estaba sugestionado por lo que se hablaba en la oficina, ... seguro me estoy imaginando todo, pensé…, y me aferré a ese pensamiento.

Empecé a caminar y sentí un escalofrío por todo el cuerpo, muy sutil pero real y entendí, que, desde ahí hasta la puerta, algo me iba a seguir muy de cerca y que inevitablemente, iba a tener que enfrentarlo… aceptarlo, pero no quería matarme, solo necesitaba tiempo y quería mi tiempo.

Es largo el trayecto del fondo hasta la puerta de salida, caminé y en un acto de gran valentía giré la cabeza para ver que no quede nada abierto, veo los ventanales al costado, hay luz afuera, me da fuerzas para seguir.

Llegué a la puerta, era el momento de salir o del enfrentamiento. Pensé en mi hermana que se había suicidado hace un tiempo y en mi abuelo Ramos que siempre me hablaba de valorar lo que tenemos, quería que sean ellos, con ellos me sentiría cómodo.

Puse la alarma y apagué la luz, el escalofrío se intensificó, ya no volví a mirar atrás y abrí la puerta. En ese momento con la puerta abierta siento que me agarran suavemente, la remera, un instante… largo… y me dejan ir, pero mis pasos, ya no iban tan rápidos.


Por chaco

Entresueño

 


Cuando tuvimos nuestro segundo hijo con mi pareja, sin dudarlo, compramos una cama más grande, así podíamos dormir todos juntos, un poco más cómodos.

También tenemos una gatita que duerme en nuestros pies y todas las noches me despierta. Quiere que abra la ventana para salir.

Pero anoche cuando abrí la ventana me miró, me mordió la pierna y se fue de un salto. Cerré la ventana y regresé a la pieza, todos estaban durmiendo, ¡incluso mi gata!. Vuelvo a la cocina y veo que la ventana está cerrada, pero el ambiente cambió, no hay paredes y el piso es infinito hasta la oscuridad.

Cuando era chiquito, algunas noches tenía sueños en los que sabía que estaba en una pesadilla, pero en el punto de mayor tensión y miedo, me despertaba.

Esta vez es diferente, sé que estoy soñando, pero no es una pesadilla, no hay peligro. Estoy bien, con mi familia durmiendo en la habitación.

Salgo al patio, quiero aprovechar que estoy consciente en mi sueño y trato de volar. No puedo.

Voy a la habitación, la cama es la misma pero la pieza es más amplia y solo está mi mujer acostada.

Camino por la galería, la casa esta cambiando, las paredes se ven desenfocadas como si los colores tuviesen un leve movimiento.

Abro la puerta de la pieza de mi hija, está guardando una notebook en su mochila y sale apurada.

No me ve.

Voy a la habitación de mi hijo, está sentado en su escritorio leyendo, le pregunto qué lee. No me escucha.

Oigo ruidos de platos y vasos, me acerco a la cocina y está mi pareja poniendo la mesa, mi hija deja un bolso de gimnasia.

Por la ventana del frente, veo un auto estacionado, salgo, se baja mi hijo y una chica con un bebe en brazos. Los sigo.

Preguntan por mí, mi mujer hace una mueca y sigue tejiendo. — sigue en la oficina — responde mi hija junto a su pareja cocinando. Sus dos hijos juegan en la galería.

Salgo al patio, hay una mesa larga y está toda mi familia disfrutando el sol, el aire.

Mi hijo remueve las brasas en la parrilla, mi nieto lleva una bandeja con asado.

Mi gatita me roza la pierna y me mira.

La sigo.

Todo sigue viéndose nítido pero como si estuviera pintado con acuarelas.

En la galería hay un espejo, me miro, veo arrugas y canas, me veo viejo, cerca de la muerte, el ambiente se pone oscuro, me quiero despertar como cuando era chiquito y tenía miedo.

No puedo.

No puedo dejar de mirarme al espejo, no me puedo mover.

No me puedo despertar.



Por Chaco