No sabemos como llegaste aquí, ni lo que estas buscando, pero esto es con lo que te vas a encontrar

jueves, 21 de julio de 2011

 El nacimiento de la conciencia, y por ende la inconsciencia, es la previa al nacimiento del ser humano, El feto en su tercer semana ya comienza a plantearse si es él su Yo, si la madre quizás su Super Yo, y si el padre  sera Ello.
Esta instancia de desarrollo psíquica-mental, debería establecerse de ahora en más como el único momento en que el hombre es libre, ya que está incontaminado en relacion a la TeVe, prejuicios, la poderosa internet, el asqueroso IVA, aun no sabe que la plata no le va a alcanzar,y tantisimos etceteras.
Los conceptos q inundan su mente son puros y maravillosos, abstractos y fluidos. Luego de 9 meses de conciencia plena fetaria  ya ha desarrollado la semilla de curiosidad, lo cual lo expulsara al exterior (con ayuda de expertos).
En este momento el bebe se encuentra con el mundo, ensangrentado (lo q no sabe es q la sangre es suya). el, que habia deseado el encuentro con otros seres para expandir sus ideas, calla tras un shock post parto, comprendiendo q nadie lo comprendera. luego de esto (segundos), no puede hacer otra cosa q largarse a llorar.
Solo despues de pasado mas de un año intentara adaptarse al medio y en un acto de compasion hacia sus padres comenzara a decir tutu ata col eto, cuando en verdad su deseo inicial fuera el de decir tantas otras cosas que nunca entenderemos.



Por Spaguetti.

miércoles, 6 de julio de 2011

El pasillo (versión 82)

Por J.C.C.


 El portero había repasado en lavandina el pasillo, no era caminar y llegar... Ni transitorio el momento; Se trataba, mas bien, de una pequeña aventura el atravesar ese corredor, levitando de alergia al remedio higiénico y clorado...
  Había amanecido en un día "extraño", pero extraño con todas las letras!!... ( Con todas esas letras mudas de nuestro abecedario que no dice nada, simplemente obedece y sometido nos refleja como un abc sin frenos que derrapa todo el tiempo en las curvas de la vida y sus conceptos).
  No es el silabario en sí, somos nosotros el problema, los humanos, que agarramos siempre las cosas y las tratamos de meter en algún nombre, en alguna definición que tengamos a mano y nos suene familiar; O por lo menos sirva como para transportar esa “cosa” hasta encontrarle una bolsa mas fuerte, adecuada a todos con un apodo apto y reforzada en el sentido que le abraza y maquilla la jeta. ¿Vieron?; Si no agarramos letras y las acomodamos en palabras nos la pasamos agrupando sentimientos y sensaciones para explicarlos de alguna forma, contarlos en algún idioma o sentirlos en alguna otra persona para que sean de verdad.


 Que tontos somos...


 En esencia, el día era algo “raro” por así decirlo; No me cabía en ningún registro de acontecimientos normales de un día, no parecía ni lunes ni martes ni miércoles ni jueves ni domingo ni viernes, y ahí estaba yo... Caminando por el pasillo de paredes color crema rancia y vapores antibacterianos que se expandían hasta ocupar todo el volumen de mi caja toráxica… Preguntándome ¿?, recursando los recuerdos de una mañana inentendible, inexplicable e inagrupable... Tocando el timbre de lo que creía, era el departamento de alguien que suponía, iba a estar esperándome…
   (De todas maneras no estaba demasiado preocupado, , cualquier cosa que sucediese solo se amoldaría al día sin más condecoraciones dentro de la bolsa arpillera que entendemos por “extraño” y listo).


 Que iluso...


La puerta se abrió, saludé de reflejo con un beso ( Mis pensamientos inútiles siempre se acumulan de tal forma en estos momentos de tensión que estallan dejando al descubierto el piloto automático de pìbe_de_barrio que me vendieron en la adolescencia y “Así sigue la nave...”)
Ya saludado, sentado y consultado sobre qué beber conseguí relajar y meterme en el caparazón de nuevo; Ahora sí los eventos llegaban a mi con un nivel de pureza mayor, los sentidos agudos, y ya empezaba a escuchar los ruidos como a los de las películas que me enseñaron que en la vida hay ruidos, y en las orejas hay peajes… Al mismo tiempo se comenzaba a asomar, también, un olor a menstruación penetrante como el pasillo, pero no feo, ojo!, algo así como enzimático, insistente ( Diría dulce si no fuera que estoy comiendo un caramelo el cual está presentando una carta_documento en la sección lengua alegando que “dulce” pertenece a otro gremio, haciendo su descargo enojadísimo por la comparación y el tiempo perdido en la cola… En fin, el olor rápidamente se hizo parte de la casa, como el gato y la TV colgada en esos fierros negros arriba de la puerta del baño.-Es una muy mala idea ponerla ahí...).
 Parpadeen!, PAUSA, que hacemos acá?? yo me pregunté lo mismo, y ahí nomás comenzó la entrevista de esta señorita; El pibe de barrio apareció con su capa de superheroe por la ventana y ahí va la nave ahí va… Tuvimos sexo sin demasiados rituales, al natural, sin sobresaltos ni desencuentros, y ya enmascarados y satisfechos me preguntó:

 ¿Para vos qué es estar loco?...
 Por un momento quedé tildado pues no sabia si responder que es una enfermedad, una consecuencia del agrupamiento explicativo que hacemos los humanos, una medida alternativa ante una pena privativa de la libertad o si solo es un síntoma mas de la vida... Como el miedo epidémico que esta empezando a contagiar todo mi cuerpo al final de este día “       ”.
 Pero entonces, mientras meditaba, comencé a verla extremadamente atenta, cercándose en la vigilia de mi respuesta, disponiendo de todo su ser, no solo las orejas y una porción abundante de cerebro…
 Ahí entendí que eso no era una pregunta , ERA UN PASILLO, otro pasillo mas, una consigna… Tenía su olor, su puerta, su botón.

 Traté de despegarme de todo para explicarle exactamente qué es la locura, dejar de lado mi nombre, al pibe de barrio, mis escuelas y mis historias, mi cara y mis verdades de plastilina… Caminé hasta el final de ese corredor tirando las ropas de humano hasta llegar al timbre donde supuestamente me estaba esperando a mi mismo... Y así fué, la puerta se abrió, saludé de reflejo, -Como yo soy mellizo encontrarme con un tipo igual a mi no me impresionó demasiado así que me senté y sin parpadear comencé mi entrevista… El miedo no se hizo esperar, cuanto mas buscaba dentro mío, mas profunda la inexistencia, eterna si querés, mas peligroso el saber y mas "necesario" también, al contrario de las palabras que abandoné en el pasillo junto con mis ropas como a los pañales en su momento…
El letargo fue rigor…
 Parpadeen!!, yo lo hice antes de explicarle todo a ella... Su mirada era de respeto total, vulnerable a la revelación, perfecta, mis ojos no olvidaban ni un signo de admiración… Quise explicarle todo junto, tomarla en mis brazos y meterme adentro suyo para mostrarle las habitaciones, hacerle el amor con la rodilla y cortarle las piernas para que se de cuenta que caminar sólo la aferraba al mismo lugar… Quise mostrarle el mundo que no reflejaba el espejo de su sonrisa, que el tiempo no importa y el lugar tampoco porque La Inteligencia es el cuerpo y no esa bolsa de carne y huesos que la mantiene a la altura de la cabeza… Ella solo asimilaba, tenía los ojos conectados en mí, entonces se los saqué para que pueda verlo, fue hermoso… Nos abrazamos lo mas fuerte que pudimos mientras cubríamos el último vestigio del día con las sábanas blancas que nos absorbían en cada gota…
 Estábamos al fin solos y llenos de nosotros… Lejos, atrás, los olores, los barrios y cualquier pasillo que vayamos a tomar...

martes, 5 de julio de 2011

 Se siente unicelular un hombre de cara a una noche desierta  de invierno, siente como si su calor fuese absorbido desde las entrañas de la tierra, pero disuelto en el primer manto helado que la recubre, convirtiendo esa presencia en algo minúsculo, desposeído, casi extinto, que no es absorbido por la capa de grama sólo  por la existencia de una lógica física... pero la noche es despejada, y la oscuridad  del cielo tan sólo es el frio eterno y hueco del universo, con unas estrellas lejanas  que no hacen más que recordar esa distancia infinita.



 Es que de a poco se nos fue advirtiendo del retorno cíclico del invierno, ya el otoño se llevó con gracia las esperanzas del verano junto con sus hojas rítmicas. Y ahora  que el hombre se encuentra  sólo, vulnerable,  introvertido el temporal arremete contra él, con la violencia titánica de los vientos polares, un martillo gélido golpea el alma que sólo atina a resistir, los pasos surgen envueltos en patéticos abrigos. Resignado, ante la condición obligatoria de marcha  hacia  algún refugio.



 Es como si se hubiese impuesto una penitencia, la soledad total reinara sobre el hombre atrincherado, para que una vez aislado  en el frio se descubra a sí mismo, eh indague  de mil maneras: para que agote su material externo, se conozca hasta no soportarse, para que se aburra y reduzca su ego a un sinrazón, a un motivo inexistente, para alimentarse de recuerdo, -imágenes, evocaciones- para en ese preciso momento ser carcomido por la ansiedad de que ya no basta con el mismo...



 Los recorridos comienzan a significar otra cosa, ya no es el aburrimiento el móvil de la búsqueda, ahora son las preguntas, las que no puede contestarse sólo, lo que le permite salir una vez más a recorrer el paisaje hostil de una ciudad tomada por la parálisis catatónica y azul del clima. El espejo, el otro ser, el que reafirme la existencia de uno mismo, ese es el bien que se anhela, pero también pueden encontrarse espejismos.


 Así en respuesta a lo que encuentra, a los que encuentra, la persona agradece humildemente saberse algo así cómo un par, y no más una unidad perdida, única, vulnerable.



 Las igniciones calientan de a momentos  el alma, sobre todo porque existe un afuera amenazante, trágico y desolado, y  es por eso que se vuelve preciso perpetuarlas el mayor tiempo posible, tapándose bien, cerrando la puerta para ir a jugar, riendo en un trueque justo de reflexiones lumínicas... hasta que haya que sacar el pié fuera de la colcha y recordar (con ganas de cinco minutos mas) que  hay una helada detrás de esas puertas cerradas , y que las maderitas de lo fósforos en algún momento se consumen...



 Sin embargo las despedidas no dejan un sabor amargo, sino que renuevan mutuas esperanzas, y el hombre ya no siente el castigo del viento del mundo sobre sí mismo, sino al invierno cómo el signo de pregunta que lo empuja a la búsqueda y a la respuesta que es el otro, que son los otros. El necesario contraste de opuestos que reafirma su unicidad, pero en un mar de otras existencias, respirando y precisando, quizás al mismo tiempo el encuentro.



Por Flora la Exploradora